“Las Grietas de Jara”: hay más de una grieta
Edición Impresa | 26 de Enero de 2018 | 06:02

Alejandro Castañeda
afcastab@gmail.com
LAS GRIETAS DE JARA, de Nicolás Gil Lavedra.- Un importante estudio de arquitectura, que está construyendo un gran edificio, recibe la visita de un tal Jara (Oscar Martínez). Viene con un reclamo: el hombre vive solo en un departamento lindero a ese edificio. Y trae la foto de una grieta que apareció en la pared de su sala cuando empezaron los trabajos de construcción. Por supuesto, quiere una compensación.
La rajadura es la alegoría de este film bien pensado, al que le falta intensidad, suspenso y espesura dramática. La historia es muy actual y tiene un doble sentido que la pone por encima de lo policial. El vecino insiste y habla con Pablo (Furriel) el arquitecto joven, el único que parece atenderlo y entenderlo. En el estudio también hay grietas: Pablo es el más joven y más correcto, pero choca contra el pragmatismo y la codicia de sus dos jefes. “Vos, ¿de qué lado estas”, plantean una y otra vez. No sólo las paredes dividen. La grieta preocupa, pero también precipita y desenmascara. “¿Me vas a decir que nunca te mandaste ninguna? ¿Nunca tuviste un amante ni hiciste algo por izquierda?” le dice la chica a Pablo, ese arquitecto que vive con una mujer a la que no ama y que se enreda con la chica que sin querer lo acercará a la verdad
Thriller de salón que refleja otra vez las buenas ideas narrativas de Claudia Piñeiro. Pero le falta oscuridad, suspenso y hondura a este relato sinuoso que se va ensuciando a cada paso. La verdad no aparece. La grieta esta allí, contagiando a todos. ¿Se hizo o la fueron haciendo? ¿A quién conviene? El film no responde a todas las preguntas, como debe ser. Lo que se ve es que la rajadura fue creciendo. Pero nadie tiene las manos limpias. Por eso el titulo habla de “grietas” en plural. Los que buscan la verdad (el arquitecto y los espectadores) se encontrarán una y otra vez con esas máquinas que siguen moviendo tierra para tapar todo. Las excavadoras enseñan que la verdad, como los cimientos, es algo que se tapa y destapa de acuerdo la conveniencia de los que manejan la obra. ¿Todos están del mismo lado? Las paladas de sospecha ensucian mucho. Interesante.
(*** ½)
ABOGADA EN APURO
VICTORIA Y EL SEXO, de Justine Triet.- Victoria es una abogada medio atolondrada. Está separada, tiene dos hijas, no le alcanza ni la plata ni el tiempo. El cuidador de las nenas se va, su ex se aprovecha de sus secretos profesionales para hacerse famoso con un blog y un amigo le pide que lo defienda en un raro juicio que le entabló su mujer, amiga de Victoria.
Anda de un lado para otro. El amor pasa lejos, la calma también. El sexo es un refugio ocasional que la deja con más preguntas. Acechada, apurada, desordenada, debe apelar a las pastillas, la terapia, la adivina. Lo mejor es que esta comedia simple y alocada encontró un buen tono. Es ligera, fresca y la protagonista vende simpatía. Al fin una comedia francesa intensa y llevadera. Con muchos lugares comunes, nada del otro mundo, pero agradable y movida.
(***BUENA)
“Thriller de salón que refleja otra vez las buenas ideas narrativas de Claudia Piñeiro”
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