Muchas veces no tienen en cuenta lo que desean sus hijos
Edición Impresa | 9 de Enero de 2018 | 01:43

SONIA KLEIMAN
Psicóloga
Con la llegada de las vacaciones las problemáticas entre padres separados se intensifican, porque se trata de un momento que pone en juego socialmente lo relacionado con lo familiar. Entonces suele darse una especie de tironeo, donde se ve más la idea de propiedad sobre los hijos que lo amoroso, lo afectivo o la posibilidad de rearmar situaciones.
Cuando es así los adultos muchas veces no tienen en cuenta qué es lo que desean sus hijos, cómo lo pueden armar, cómo lo podrían pasar de la mejor manera posible, y siempre hay un mar de fondo de culpabilización y de acusación que desvirtúa todo.
Llegado ese punto las decisiones ya no tiene nada que ver con un viaje o con la posibilidad de disfrutar, sino con la propia disputa: no se firman los permisos o piden otras cosas a cambio, entonces se transforma en una negociación de intereses propios generalmente arrasadora para los hijos.
Es un error pensar que si las disputas surgen en un ámbito privado, lejos de los hijos, ellos no lo van a sufrir. Los chicos perciben la tensión y hasta la rabia en las caras de sus padres, haciendo que ellos tengan que tomar partido, se sientan mal o culpables por ver a un padre victimizado y no poder hacer nada.
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