Un paso positivo en la lucha contra la obesidad infantil

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El acuerdo alcanzado por trece grandes empresas de nuestro país dedicadas al rubro alimenticio, para autorregular la publicidad de sus productos dirigida a los niños con el propósito de contribuir en la lucha contra la obesidad infantil, constituye un paso positivo en un contexto condicionado por las graves consecuencias médicas de ese grave problema sanitario, convertido en un potencial factor de riesgo cardiovascular.

Cabe recordar que en el curso del año se conoció un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por la Organización de las Naciones para la Agricultura y la Alimentación (FAO), revelador de que la Argentina se encuentra entre los países con niveles de obesidad infantil más altos.

La iniciativa de la industria alimenticia apunta justamente a enfrentar un problema que es mundial y que afecta a nuestro país, en donde se ha comprobado la existencia de sobrepeso u obesidad en cuatro de cada diez chicos en edad escolar.

Tal como informó ayer un diario metropolitano, el compromiso de las empresas se traduce en no publicitar para menores de 12 años de edad productos alimenticios que no cumplan con determinadas prescripciones nutricionales, entre ellas la de no superar las 200 calorías por porción individualmente envasada.

Se establecieron así los niveles máximos de sodio, azúcares y grasas saturadas que pueden tener los alimentos para poder ser publicitados y aquellos que superen esos valores no podrán ser promovidos, en especial en programas con elevada audiencia infantil, reproduciéndose de esta manera los criterios empleados en la denominada iniciativa Pledge de la Unión Europea, adaptándoselos a las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA).

Más allá del valor intrínseco del acuerdo alcanzado, la iniciativa se suma a una tendencia cultural y sanitaria creciente, en el sentido de adoptar acciones ante el preocupante fenómeno de la obesidad infantil.

La OMS advirtió que la obesidad en los menores es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. Sostuvo que se trata de un problema de carácter mundial y que está afectando progresivamente a muchos países. Sobre todo aquellos de bajos y medianos ingresos, con énfasis en medio urbano, en donde su prevalencia crece a un ritmo alarmante.

Lo cierto es que la obesidad se ha convertido en uno de los principales factores de riesgo para una muerte temprana. Resulta necesario, entonces que se promuevan -especialmente desde los ámbitos oficiales de salud- distintos programas tendientes a evitar la mala alimentación, el excesivo consumo de comidas ricas en hidratos, la adicción a las golosinas y a las llamadas comidas basura que, al igual que el sedentarismo, influyen decisivamente, junto a los factores genéticos, en la propagación de la obesidad.

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