Festival de Mar del Plata: la usina platense llega a La Feliz con cortos, documentales y filmes en súper 8

La producción ligada a la Ciudad volverá a decir presente en la edición del evento que comenzó ayer en la localidad balnearia

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El 33º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que comenzó ayer en la ciudad balnearia y continuará hasta el sábado con 277 películas, entre las cuales se cuentan producciones afines a la usina del cine platense, de creciente presencia en el panorama cinematográfico nacional e internacional.

De hecho, “Aquel verano sin hogar”, por ejemplo, se proyectará hoy a las 11.30 y a las 21.30 y mañana a las 15.40, en el marco de la Competencia Argentina de Cortometrajes, tras haber tenido su estreno internacional en el DOCLisboa.

Pero la cinta de Santiago Reale, cineasta nacido y criado en Laguna Alsina pero que estudió y vive en La Plata, no es un documental sino un trabajo que hibrida las fronteras: el filme, a través de leyendas y relatos orales, intenta construir un registro posible sobre un pueblo que está desapareciendo bajo el agua, un trabajo que dialoga con “Esta es mi selva”, anterior cortometraje del realizador filmado en el marco de la Facultad de Bellas Artes: ambos se rodaron en Laguna Alsina, y están protagonizados por los mismos chicos del pueblo.

Reale dice que su idea era entrecruzar historias del pueblo en el que creció, ese lugar de dos mil habitantes de la provincia de Buenos Aires, donde vivió hasta los 12 años, antes de partir hacia Mar del Plata y luego a la Ciudad, para realizar sus estudios.

“Todo lo que hago tiene una construcción ficcional que se entrecruza con la historia del pueblo”, explica. Ambos trabajos juegan con el registro documental, observacional, en escenarios que sin embargo parecen sacados de una ficción posapocalíptica, tras una inundación. “La zona sufre un problema de inundaciones desde los 80”, cuenta Reale, que cuando familiares de Laguna Alsina le avisaron que el agua había llegado al cementerio del pueblo “fui con la cámara, llamé a los chicos y filmamos”.

El estado de abandono de los pueblos del interior sobrevuela sus dos trabajos, éste último rodado en súper 8 para retratar esas historias del pasado del pueblo. Reale se suma así a la creciente oleada de realizadores locales que encuentran en el fílmico un lugar de resistencia frente a las texturas digitales. “La Universidad tiene una tradición muy grande del fílmico”, explica como una de las razones, quien nombra además la ya tradicional Semana del Cine Experimental que acaba de tener lugar en el Pasaje Dardo Rocha como un punto neurálgico del cine en fílmico.

“En Portugal se está empezando a conocer La Plata como un lugar donde se produce mucho en súper 8”, cuenta entusiasmado Reale sobre una tradición a la que podría sumarse Jorge Doncel: habitante de Ranelagh aunque de paso por las aulas de la UNLP, el realizador mostrará en Mar del Plata “Automedicación”, una serie de filmes experimentales que trabajan sobre el desorden emocional, las búsquedas estimuladas y las expectativas falsas.

Doncel estudió Comunicación Audiovisual en nuestra ciudad, y también pasaría por las aulas del SICA y la Universidad del Cine. Con el súper 8 se encontró cuando tomaba clases de cine documental en la escuela de las Madres de Plaza de Mayo: “Empecé a ver material de archivo y me interesó la textura del fílmico”. Así empezó con el súper 8.

Filmó y exploró material de archivo durante años, hasta que presentó “Automedicación”, “un trabajo experimental, en blanco y negro, color, con distintas velocidades” que busca transmitir “sensaciones internas y búsquedas estimuladas”, al Festival, que lo proyectará mañana a las 18 en el marco del Panorama de filmes en Súper 8 y 16mm.

DOCUMENTALES

También de filiación lateral con La Plata es Francisco Marise, quien nació en La Plata y vivió aquí durante dos años, pero pasó su infancia en Pergamino. Marise presenta en el Festival, el viernes a las 15 y a las 22 y el sábado a las 11, “Para la guerra”, en el marco de la Competencia Latinoamericana: se trata de un filme que sigue a un veterano de guerra cubano que pasa sus días practicando ejercicios de combate cuerpo a cuerpo y de técnicas de camuflaje, un entrenamiento sin fin que lo mantiene en estado de alerta entre la naturaleza salvaje del bosque donde vive refugiado, mirando películas caseras y filmes bélicos.

Marise viajó de Pergamino a Buenos Aires empujado no por el cine sino por el rock: “Dije que me quería ir a estudiar a Buenos Aires pero en realidad quería ir a ver bandas de rock”, se ríe quien estudió Comunicación Social, antes de volverse plomo de La Mancha de Rolando y estudiar Diseño de Imagen y Sonido en la UBA, donde comenzó a conectarse con el universo de hacer películas.

Sobrevivió como fotógrafo hasta que, aburrido de ese mundo, en 2015 lo llamaron para colaborar con un rodaje en medio de la selva y “flashé”. Cansado del país y de su trabajo, y atraído por lo artesanal que redescubrió en aquel rodaje, armó la mochila y se fue a hacer una maestría a la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba.

La escuela cubana le abrió la cabeza. “Nunca antes me había emocionado una clase de cine hasta ese momento”, cuenta Marise. Allí conoció a Andrés y le propuso filmarlo, sin una idea clara. “Empezamos a rodar medio jugando a la guerra”, revela el director, que “me di cuenta con el tiempo que una vez que rodábamos dos o tres ejercicios, había como una especie de trance, el entraba en la guerra. La cámara se convertía como en un médium entre un cuerpo y su pasado: me parecía importante recordar no a través de la palabra sino a través del cuerpo”.

También trabaja con la noción de mostrar la memoria desde los cuerpos el realizador local Hernán Khourián en “Allá y acullá”, que se proyectará en el marco del Panorama de Cine Argentino hoy a las 19.30 y mañana a las 10.30.

En el marco del Taller de Documental que dicta en el Colegio Armenio Jrimian de Valentín Alsina, Khourián, realizador de “Los silencios y las manos”, propuso a los estudiantes distintos ejercicios para indagar en la memoria del genocidio del que sus antepasados fueron víctimas durante la conmemoración de su centenario, y en la diáspora armenia presente en la Argentina.

La cinta refleja una preocupación que acompañó a Khourián durante toda su vida: “Mis dos abuelos paternos fueron sobrevivientes del genocidio armenio: pero como le sucedió a muchos, no todos contaron esas historias”, revela. De obra habitualmente experimental, Khourián se reencontraría con “cuestiones sobre territorio, memoria, identidad” y “esa historia no contada, familiar, sobre el genocidio y la diáspora”, trabajando para la TV Pública.

Entonces, tomó contacto con la comunidad y encontró en un programa dictado en el Colegio Armenio un resumen de su carrera entre la realización y las aulas: “De un 24 a otro 24” trazaba lazos entre el genocidio armenio, que se recuerda los 24 de abril, con el inicio de la Dictadura Cívico-Militar argentina, que comenzó un 24 de marzo.

En ese marco se introdujo Khourián para proponer un taller que proporcionara ciertas herramientas y “diera lugar a ciertas preguntas del pasado de los alumnos”, preguntas que terminaron cruzándose con los relatos de la escritora Ana Arzoumanian: “Ella tenía la mirada desde dentro, y yo la mirada desde fuera, sobre eso que tiene que ver con la tradición, herencias, identidad. Lo que hacemos entre los dos es desarmar los discursos, la idea de la herencia: se desarma para empezar a reconocer las piezas”.

El resultado es un “ensayo bastante roto, laberíntico, la imagen tiene que ver con un collage”, que procura “desarmar dispositivos, no darlos por dados, y mostrar que hay una mirada que se dice objetiva, una manera en que cuenta la historia”.

EN PROGRESO

También jugando con los límites del documental se proyectará en Mar del Plata “Las Poetas” (viernes a las 14.30), obra todavía en progreso de la que se verán 7 minutos armados para conseguir fondos para completar el filme. La cinta está a cargo de la cineasta, productora y música platense Laura Citarella, realizadora de los largos “Ostende” y “La mujer de los perros” bajo El Pampero Cine, y que junto a la escritora, curadora y crítica Mercedes Halfon se embarcó en la tarea de filmar un documental sobre una poeta, Juana Bignozzi, muerta en 2015, y sobre la poesía.

Bignozzi dejó un testamento en el que designó a Halfon como su albacea. Ella, también poeta, debe ocuparse de sus escritos y convoca a un equipo de cineastas para que la ayuden a registrar la tarea, comenzando con las preguntas que conforman el documental, desde quién fue la poeta hasta cómo se filma la poesía.

De las 277 cintas del Festival, habrá cinco proyectos ligados a la Ciudad de una y otra forma

“Se está empezando a conocer La Plata como un lugar donde se produce mucho en súper 8”

 

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