Por LUIS MOREIRO: La decadencia de un sistema, en vivo y en directo
Edición Impresa | 25 de Noviembre de 2018 | 02:27

LUIS MOREIRO
lmoreiro@eldia.com
Uno está tentado de sumarse a los que, como en el 2001, coreaban aquella consigna que invitaba a “todos” a retirarse a sus domicilios. Pero, no. La verdad, es que esos “todos” hoy, deben quedarse y hacerse cargo de esta tristísima y vergonzante realidad que nos rodea.
Lo ocurrido ayer en el estadio de River con la “megafinal”, “superfinal”, “partido de todos los tiempos” y cuanto adjetivo calificativo se le quiera agregar, no es ni más ni menos que la palpable decadencia de la Argentina llevada a su máxima expresión. El video de una madre escondiendo bengalas debajo de las ropas de su hija de seis o siete años, exime de mayores comentarios.
Decadencia, dicho sea de paso, que se palpa a diario y desde hace añares en las calles. La decadencia de quienes desde el poder de la dirigencia y de la política solventan la violencia de los siempre ilegales negocios de las barras.
La incontrastable incapacidad de los responsables de organizar un operativo de seguridad que ni siquiera puede controlar el ingreso de un micro transportando jugadores a un estadio.
El partido que el mundo quería ver, finalmente, terminó mostrando al mundo la irracionalidad que suele caracterizarnos , por error, omisión o connivencia.
El “Todo pasa” que Julio Grondona eternizó en su famoso anillo ayer volvió a cobrar vigencia. En la cancha de River, en la víspera, se terminó de amalgamar un cóctel explosivo: la inutilidad de un mega operativo de seguridad, la ineficacia de la dirigencia del fútbol argentino, junto con la no menos impresentable gestión de la Conmebol.
La ciudad de Buenos Aires y específicamente su policía, venía de protagonizar un vergonzante episodio con la barra brava de All Boys, en un partido de la segunda división.
Ayer tampoco estuvo a la altura de las circunstancias.
La semana que viene, por estas horas, estaremos hablando de la Cumbre del G20 en Buenos Aires. Los líderes de los principales países del mundo estarán custodiados por las mismas fuerzas de seguridad que ayer no pudieron evitar un ataque al micro que transportaba a los jugadores de Boca hacia “el partido del siglo”. Un dicho popular afirma que Dios es argentino. Más de uno en el Gobierno, por estas horas, debe estar esperando que sea cierto.
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