Padres del Normal 1 disgustados por el rumbo de la investigación por amenazas

Se reunieron ayer con el fiscal de la causa y salieron “disconformes” por la “falta de elementos contundentes en el expediente”

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Sobre el filo de una protesta que se iba a realizar hoy a raíz de la falta de solución a la seguidilla de amenazas de bomba con blanco en el Normal 1, esa comunidad educativa se reunió ayer con el fiscal que entiende en la causa, Juan Cruz Condomí Alcorta, quien le anticipó a los padres, docentes y directivos del colegio que en unos días “se conocerán novedades” sobre el accionar anónimo que obliga a evacuar las instalaciones de 51 entre 14 y 15 prácticamente todos los días.

Quien amenace con la colocación de una bomba está incurriendo en un delito, tipificado legalmente como “intimidación pública”. Y es ese ilícito el que se investiga en la fiscalía de Condomí Alcorta. Por otros casos de igual índole se produjeron algunas detenciones.

Los llamados intimidatorios que suceden a diario en el Normal 1 causan una enorme inquietud a las autoridades y al cuerpo docente del colegio y desespera a la vez a los padres de los estudiantes, pues sienten que sus hijos viven en riesgo y que pierden, además, largas horas de clases.

DISCONFORMIDAD Y APLAZAMIENTO

Los padres de los alumnos, maestros, profesores y directivos de todos los niveles de enseñanza de la institución educativa que asistieron al despacho de Condomí Alcorta no salieron muy conformes con lo conversado durante el encuentro. Aceptaron, no obstante, el tiempo de espera señalado por el fiscal y resolvieron que decidirán recién el viernes próximo si la semana que viene se movilizarán o no con una marcha. “Todo depende de las respuestas que tengamos por parte de la Justicia”, aclararon.

“El fiscal se hizo cargo del caso el 7 de septiembre y a dos meses no tiene ningún avance concreto. Le vamos a dar estos días para ver si realmente hay alguna novedad que ayude a detener las amenazas. Resolvimos esperar hasta el viernes, y si entonces no tenemos ninguna comunicación por parte de la Justicia durante la siguiente semana nos movilizaremos”, planteó Nacha Stevani, mamá de una nena que concurre a la sala de 3 años del Jardín.

La pequeña hija de Stevani, al igual que a muchos de sus compañeros de salón, se la ve muy afectada por la situación. “Esto los traumatiza, no hay dudas -añadió la mujer-. Son muy chicos y se nos hace difícil explicarles lo que pasa. No quieren ir al jardín y menos a la plaza Malvinas”. Y es que el espacio verde de 19 y 50 es el lugar al que los alumnos y el resto de la comunidad educativa van cada vez que suena la alarma y deben abandonar la sede del colegio. Ayer, por caso, con dos episodios consecutivos, se contabilizó ahí la 69ª amenaza de bomba.

Para esa madre y para el resto de los padres de chicos que asisten al Normal 1, por la cantidad de horas que no se impartieron clases debido al riesgo de la colocación de un explosivo “el año ya está perdido”. Pero más allá de la resignación por un tiempo que ya no se recupera, lo que se busca es evitar el continuo de alarmas en 2019. “Necesitamos cerrar el año y tener la seguridad de que esto no se va a repetir el próximo”, destacó Stevani.

El emblemático “Mary O´Graham” sufre una suerte de blindaje: todos los días, la Policía llega al edificio las 6 de la mañana, revisa rincón por rincón de las instalaciones y se retira del interior para cuando se le abren las puertas a alumnos y docentes. Varios agentes permanecen, de todos modos, como custodia, afuera del inmueble. Para los padres, aunque aseguraron que no se oponen a la medida precautoria en sí resaltaron, asimismo, que esa “no es la solución” y lo que reclaman es “una investigación de fondo para que se encuentre a los responsables de estas amenazas de bomba”.

Este asedio de las amenazas de bomba alteró el desarrollo pedagógico de varios establecimientos de La Plata y Berisso durante largos meses. Semanas atrás, finalmente cesó la ola de alertas en la ciudad vecina, donde llegó a registrarse hasta una treintena de llamados intimidatorios en un solo día.

Fue de tal gravedad la situación escolar de Berisso (allí también las amenazas afectaron todos los niveles de educación) que llegó a saberse que los alumnos, de cualquier edad, comenzaron a sentir miedo e incluso algunos llegaron a plantear en sus hogares que no querían seguir concurriendo a clases. El problema en esa ciudad también fue la sistematización de las amenazas porque la actividad educativa era interrumpida a cada rato por la necesidad de prevenir consecuencias serias evacuando los edificios. En ese distrito, por fortuna, la serie de amenazas concluyó.

 

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