Hallaron un nido de termitas más grande que Gran Bretaña

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Roy Funch, un botánico estadounidense que lleva décadas viviendo y trabajando en el noreste de Brasil, observó durante mucho tiempo los enormes montículos de tierra en la distancia con curiosidad: ¿Qué los construyó? ¿Cuántos había? ¿Cuánto tiempo llevaban ahí?

Tras años intentado generar interés en las formaciones sin éxito, un encuentro casual con un inglés experto en insectos sociales, Stephen Martin, derivó en notables descubrimientos: hay más de 200 millones de montículos construidos por termitas en una zona de unos 230.000 kilómetros cuadrados aproximadamente el tamaño de Gran Bretaña. Y algo más, algunos de ellos tienen casi 4.000 años.

“Mientras los romanos construían sus columnas, sus edificios, estas termitas estaban construyendo sus montículos”, señaló Funch.

Las formaciones, vistas en varias zonas de una vasta región desértica llamada Caatinga, tienen entre dos y cuatro metros de alto y están separados por una distancia casi similar, entre 16 y 22 metros.

Por casualidad, Martin y Funch se conocieron cerca de un río en Lençois, una pequeña ciudad del estado de Bahía a unos 50 kilómetros al oeste de la zona de los montículos. Se asociaron y su investigación se publicó el pasado 19 de noviembre en Current Biology.

Concluyeron que los montículos fueron construidos por syntermes dirus, una especie de termita de gran tamaño que se alimenta de hojas y vive bajo tierra. Aunque en la zona hay termitas, los investigadores no las encontraron trabajando activamente en las enormes acumulaciones de tierra, sino en los límites de donde se ubican. Tras cortar varias de las construcciones, hallaron solo un pequeño orificio en forma de tubo para subir hasta lo más alto de ellas, no un extenso patrón de túneles. Esto sugiere que las termitas buscaban simplemente un lugar donde depositar la tierra que sacaban del subsuelo, donde construyen sus túneles. “Esto son solo montones de residuos”, apuntó Martin.

En otras zonas más húmedas donde vive también esta especie, como en la Amazonía, los montículos sufren la erosión de la lluvia y el viento. Pero en la ecorregión de Caatinga llueve apenas unas semanas al año. Los matorrales propios de la vegetación del desierto los cubren y camuflan en grandes partes, una de las razones por las que estaban escondidos a simple vista.

 

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