La ineficacia y las carencias de siempre en cajeros automáticos
Edición Impresa | 16 de Febrero de 2018 | 04:31

Una larga experiencia le enseña a los platenses que nunca faltan motivos para que falte dinero en los cajeros automáticos: si es cuando corren los feriados, porque no hay recarga de billetes; y cuando vuelven los días hábiles, porque una multiplicada demanda se vuelca sobre ellos, los desborda y los vuelve a dejar sin efectivo en pocas horas. Es claro que allí no se agotan las causas: en ocasiones los cajeros funcionaron mal porque los billetes que ofrecían eran de muy baja denominación y las operaciones se eternizaban; en otras, porque no funcionan, están fuera de servicio o, eventualmente, porque resultan escasos para atender zonas densamente pobladas.
En ese contexto, resulta ilustrativa la nota publicada ayer en este diario que aludió a las filas interminables que se formaron en los cajeros automáticos, después de haber transcurrido casi una semana sin actividad bancaria. Extraer dinero de los cajeros se convirtió así en un calvario. En el primer día hábil de la semana una avalancha de usuarios colmó sucursales, locales de pago y cabinas de cajeros automáticos, y los inconvenientes no tardaron en aflorar.
Lo cierto es que, pasado el mediodía de esa primera jornada, muchos cajeros quedaron sin efectivo, asegurándose en esas horas que la situación se normalizaría a partir de ayer. En realidad, lo que importa es advertirle a la gente que los bancarios anunciaron que preparan nuevas huelgas.
En muchos de los motivos aquí enumerados, que son utilizados para explicar las carencias que exhibe el sistema de cajeros automáticos, lo que se advierte es una suerte de actitud pasiva por parte de las autoridades bancarias, que aparentemente no reaccionan más dinámicamente -buscando, inclusive, soluciones imaginativas y eficaces- frente a estas emergencias que tantos perjuicios le causan a la población. Las recargas de los cajeros no se registran con la celeridad deseada ni, tampoco, en horarios convenientes. Los transportes de caudales suelen llegar a los cajeros a media mañana, muchas veces después de las 10, cuando ya se extienden largas filas de usuarios esperando la llegada de billetes para activar las operaciones. Dicha carga podría efectuarse a horas más tempranas, en lugar de hacerla en horario bancario.
Tampoco se han actualizado los montos de dinero que se les permite retirar a quienes operan en bancos de los que no son clientes, que desde hace muchos años está fijado en un máximo de 2.000 pesos, una suma habitualmente inferior a la que se necesita hoy para afrontar distintas obligaciones. Tampoco se ha logró que los cajeros automáticos ofrezcan más billetes de alta denominación –concretamente los de 1.000 y 500 pesos-, algo que agilizaría al sistema.
Mientras estas y otras medidas no se concreten, quienes necesitan dinero se verán obligados a largos peregrinajes en busca de cajeros que cuenten con billetes. Un itinerario casi imposible de cumplir para quienes carezcan de medios propios de movilidad o que, por otras razones, no se encuentran en condiciones de encarar estos desplazamientos y que volverán, sin remedio, a sus hogares con los bolsillos vacíos.
Es responsabilidad de las autoridades bancarias lograr que el servicio de cajeros automáticos disponga de un estándar de eficacia garantizado. Por ahora, lamentablemente, lo cierto es que el problema sigue siendo el de siempre y que, además, amenaza con proyectarse indefinidamente.
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