Ese amigo desconocido llamado Facebook

Edición Impresa

¿Quiere soprenderse, o tal vez asustarse? Tome su teléfono celular, abra la aplicación de Facebook y haga “clic” en la opción “ver mi perfil”. Se abrirá una pantalla en la que verá sus favoritos, y debajo aparecerá la opción “Configuración de cuenta”. Esa es la que nos interesa. Busq ue ahí la opción “aplicaciones” y vuelva a hacer “clic” en ella.

En el icono “Sesión iniciada con Facebook” le aparecerán todas las aplicaciones que usted tiene activas en su celular. Inicie ahí lo que se puede llamar un auténtico viaje a lo desconocido”.

Descubrirá, como este inocente escriba, que junto a los jueguitos, la plataforma de música, las redes sociales, las aplicaciones para reservar hoteles, pasajes tan popularizadas, le aparecerán un sinfín de aplicaciones que usted no conoce, que usted nunca bajó pero que, vaya uno a saber porque misterio de la informática y de la era digital, ahí están, al acecho.

Si esta novedad aún no lo sorprende, recorra uno por uno cada uno de esos iconos y descubra (en mi caso con horror) toda la información que compartía con un desconocido “Gran hermano” y al que conscientemente, nunca quise darle ni la hora.

A muchas (muchísimas) de esas aplicaciones, por ejemplo, usted la habrá prestado acuerdo para que ella haga publicaciones en su nombre. A otras, en la más pura inocencia, también las ha autorizado para que tengan acceso a toooodas sus fotos y como si esto fuera poco, también a las imágenes de su lista de amigos.

¿Preocupado? No, espere. Falta lo mejor. Uno de esos encantadores sitios en los que uno puede cargar los sitios del mundo que ha visitado, requiere tener acceso a sus gustos personales, y a sus ideas políticas y religiosas, por ejemplo. Todo esto, dicho sea de paso, ignorando totalmente a disposición de quien está toda esa información.

Caiga ahora en la cuenta de que, seguramente, lo mismo estará pasando con los celulares de sus hijos. No hace mucho tiempo desde estas mismas páginas contamos que ya a los diez años son muchos los chicos que tienen acceso a un celular. Es decir, sepa que a ellos también se les cuelan en la intimidad.

Hoy, conocido el ya famoso incidente de Facebook con Cambridge Analítica, todos nos rasgamos las vestiduras y remitimos al “Pero que barbaridad, che”. Piense que, tal vez, hasta nos hicieron un favor. No son pocos los que, a la fuerza, aprendieron a resguardar mejor su intimidad aunque, lamentablemente, todo aquello que usted compartió con anterioridad, ya tiene dueño. Y no es usted.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE