Del rescate a la adopción, un camino largo y costoso

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A partir de la localización en la vía pública de un ejemplar abandonado, atropellado o enfermo, el rescatista lo lleva de inmediato a un veterinario. Los gastos de esta atención corren por cuenta del mismo protector, ya que la Ciudad no cuenta con un hospital veterinario público: una consulta puede costar desde $400 hasta $600, un día de internación entre $900 y $1.200.

Una vez superada esta instancia, que puede incluir drogas, análisis, placas o cirugías, se busca un hogar de tránsito para que el animal se recupere totalmente; muchas familias están dispuestos a recibirlos, pero no tantas a hacerse cargo de la alimentación, que sigue corriendo por cuenta de quienes los hayan rescatado.

Si no se halla un “tránsito” la mascota es llevada a guarderías que tienen un costo mensual que entre $2.000 y $2.800. Y entonces se inicia un plan de vacunación, ante la certeza de que la mayoría de estos ejemplares jamás recibieron vacunas en toda su vida. Allí se suman costos de $250 a $300 por cada aplicación.

Por último, y siempre en el marco de la búsqueda de un adoptante, se castra a animales de ambos sexos por igual. “Es un paso esencial, porque se trata de la única herramienta segura para no tener camadas de perros o gatos no deseados, que luego se sumarán a la larga lista de animales abandonados” explican los proteccionistas: “la decisión de tener cachorros debe ser tomada a conciencia, y siempre desde la reflexión”.

 

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