Hipocresía judicial

Edición Impresa

Por DR. JOSE LUIS KAUFMANN
Monseñor

Queridos hermanos y hermanas.

El orden jurídico de muchos países - nunca se puede generalizar - es tan imperfecto y limitado que conduce a los agentes del derecho a cometer aciertos y errores, que muchas veces son flagrantes injusticias. Por una parte el mismo sistema jurídico, por su condición de positivista, se constituye por leyes que no están exentas de injusticias y que tienen su vigencia hasta que, pasado un tiempo, otros las cambian o modifican siempre arbitrariamente, según el parecer que prevalece, más allá de la bondad o maldad del resultado.

Todas las leyes humanas son posteriores a la comisión de los delitos y están sujetas a la arbitrariedad. Porque existió el delito se sanciona la ley. Las leyes elaboradas por los seres humanos pueden tener influencias de odios, resentimientos, venganzas, componendas partidarias y otros elementos. Por eso el refrán popular dice que “hecha la ley, hecha la trampa”, porque a la legislación le sigue de inmediato la argucia para evitarla.

En la historia de la humanidad siempre hubo corrupción e hipocresía en el los diversos fueros judiciales. Como en todos los campos esa realidad se debe al mismo pecado original y a los pecados personales de los seres humanos. Habría un extenso elenco de muestras. Toda la peste tiene su sede en el mismo corazón humano. Pero, ese mismo corazón está capacitado para revertir su dañina debilidad, es decir que puede convertirse si lo quiere y se empeña en conseguirlo, siempre con la ayuda de Dios, que nunca falta.

En la historia de la humanidad siempre hubo corrupción e hipocresía en el los diversos fueros judiciales. Como en todos los campos esa realidad se debe al mismo pecado original y a los pecados personales de los seres humanos.

 

El prestigioso escritor español del Siglo de Oro, conocido como Francisco de Quevedo (1580-1645), afirmaba que “menos mal hacen los delincuentes que un mal juez”, y también que “ningún vencido obtiene justicia si lo ha de juzgar su vencedor”. Con lo cual se declara que es más perjudicial la corrupción de un juez que la de un delincuente, porque el juez corrupto daña, agrede, maltrata y contradice a la misma justicia, mientras que el malhechor generalmente lo hace sólo a sus semejantes. La hipocresía judicial está en las leyes, en los legisladores y en los jueces. Por eso, una ley injusta no obliga a nadie; y, además, las leyes inútiles como las injustas debilitan a las leyes útiles y necesarias.

La justicia es la virtud cardinal que favorece una convivencia sana y trasparente entre los seres humanos. Sin justicia toda convivencia es imposible. La justicia es la que regula la convivencia de la sociedad.

Cuando los seres humanos pretenden hacer justicia según las leyes positivas y dejan de lado o desprecian la Ley de Dios, no puede haber auténtica justicia, porque es imposible la justicia sin la caridad. Santo Tomás de Aquino afirma que “Justicia sin misericordia es crueldad y misericordia sin justicia genera disolución”

La justicia sin Dios es la injusticia del hombre. Sólo Dios es la verdadera Justicia. “Porque la Palabra del Señor es recta y Él obra siempre con lealtad; Él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su Amor” (Salmo 33 [32], 4-5).

La hipocresía judicial puede ser vencida por la sinceridad de los ciudadanos, por la verdad objetiva en el proceder de los individuos, por la fe que urge la necesidad de la justicia.

Cuando todos los habitantes del planeta reconozcan que son templo de Dios, es decir que Dios vive en cada ser humano, entonces habrá llegado el tiempo de una justicia en la que no tiene cabida la hipocresía.

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