Por qué no
Edición Impresa | 25 de Abril de 2018 | 03:54

Ritmo
Luis Miguel tenía ritmo, más aún en su juventud: su serie carece del mismo. La duración del episodio, televisiva, de casi una hora, abruma al espectador acostumbrado a menos; el episodio tiene la lógica de la tira diaria antes que de la miniserie, con un transcurrir demasiado lento de las acciones, falto de impacto. Y, encima, la entrega de un episodio por semana frena todavía más el impulso de la audiencia...
Viajes en el tiempo
La narración es densa, y para colmo, como por obligación de los tiempos modernos, insiste en ir y venir entre la juventud y la infancia de Luismi, un recurso ya gastadísimo y, en este caso, inútil: poco agrega al impacto emocional de lo que ocurre, porque, además, todo queda claro desde el principio. El padre es malo, Luismi es bueno, y no hacen falta tantas idas y venidas para establecerlo. Y ya que estamos con los recursos obligatorios de la nueva televisión: ¿es necesario que haya una escena de sexo antes de los 20 minutos? Para colmo, una escena absolutamente desprovista de ese calor sexy del primer Luismi...
Boneta
Luis Miguel está muy bien logrado, desde lo actoral y desde el maquillaje, por Diego Boneta. Pero, ¿hacía falta que sea él quien cante? Un buen playback no hubiera ofendido a nadie y es casi un sacrilegio escuchar esos himnos en su voz...
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