No paran de crecer en la Ciudad los microbasurales

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De la mano de una inexplicable pasividad por parte de las autoridades responsables de la limpieza en la Ciudad, el problema de los pequeños basurales a cielo abierto se ha convertido en un flagelo para todos los vecindarios, en cuyas veredas y sobre todo esquinas no pocos vecinos desaprensivos arrojan primero algunas bolsas de basura, hasta que el “ejemplo” cunde y se forman entonces importantes acumulaciones de residuos, ramas y otros desperdicios. El problema, tal como lo destacó ahora un informe publicado en este diario, conforma una suerte de atomizada pero igualmente peligrosa bomba sanitaria.

Alimentados cotidianamente por la desidia de los vecinos, por recolectores informales y algunas empresas de contenedores, no importa cuántas veces se los despeje, vuelven a surgir. Y para peor, esa limpieza, a cargo de la Comuna, no siempre es periódica, según afirman en diferentes puntos San Carlos, Altos de San Lorenzo, Hernández, Los Hornos y otros barrios y localidades del distrito.

Esquinas, lotes baldíos, veredas de casas inhabitadas, ramblas y espacios verdes sin mantenimiento actúan como verdaderos imanes para estas acumulaciones de residuos domiciliarios, que no ingresaron al circuito de recolección, escombros y restos de poda.

En algunos sectores de Hernández y de San Carlos se han ido así conformando, mediante aportes y vuelcos clandestinos, basurales extensos y mal olientes. De acuerdo con un informe de la Asociación Argentina de Médicos por el Medio Ambiente, entre las consecuencias posibles de vivir cerca de un basural por un tiempo sostenido se cuentan las infecciones respiratorias -resfríos, catarros, neumonitis en los niños-, los problemas gastrointestinales y los eccemas o piodermitis -causados por bacterias-, que se presentan en la capa más superficial de la piel.

Muchas veces parece un problema menor. Pero debería tomárselo como una cuestión fundamental y prioritaria.

Es evidente que convertir a La Plata en una ciudad limpia debería ser uno de los grandes proyectos. Corresponde consignar que las consecuencias de la falta de higiene no sólo pasan por una cuestión de imagen o estética urbana. Los gigantescos basurales que suelen formarse en los barrios constituyen, como se ha dicho, directas amenazas a la salud pública. La situación, además, no se condice con las cualidades originales de la Ciudad, creada con criterios higienistas de avanzada.

Al margen de explorar nuevas fórmulas, deben revisarse los mecanismos de recolección y eventualmente reforzar las cuadrillas o camiones que hacen falta para el traslado inmediato de los residuos no habituales.

También debe exigirse una máxima eficiencia al concesionario del servicio normal de recolección. Por otro lado, debería apuntarse a una fuerte campaña de concientización vecinal para que el compromiso sea comunitario, sin dejar de lado la eventualidad de sancionar a los infractores.

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