Dijo Lagostena que la relación con Erica era “normal”

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Daniel Lagostena, quien comenzó a ser juzgado ayer por el femicidio de su pareja embarazada Érica Soriano, vista con vida por última vez en 2010 en Lanús y cuyo cadáver jamás fue encontrado, declaró que su relación con ella era “normal y buena” pero que no recuerda por qué no la llamó al celular cuando ella abandonó la casa que compartían. “No se que pasó con Érica y el bebé, no puedo ponerlos en una lista de enfermos o fallecidos”, aseguró el imputado ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 9 de Lomas de Zamora.

Lagostena (58), quien llegó al juicio detenido e imputado de “homicidio en concurso ideal con aborto en contexto de violencia de género”, respondió preguntas de la fiscal Marina Rocovich, del abogado de la familia de la víctima, Marcelo Mazzeo, y de su defensor particular, Gustavo Della Maggiore.

Previamente, las parte expusieron brevemente sus lineamientos, tras lo cual el TOC 9 leyó por secretaría la declaración indagatoria de 2016 en la que Lagostena dijo ser “totalmente inocente” y que lo acusaron por un “prejuicio respecto de los hombres”. El imputado, vestido con una camisa blanca, jean negro y zapatillas azules, pidió ampliar su declaración ante los jueces Darío Bellucci, Juan Manuel Rial y Victoria Ballve y contestó preguntas durante unas cinco horas.

Según Lagostena, la noche anterior a la desaparición de Érica (30) ambos mantuvieron una “discusión” luego de concurrir al obstetra, dado que cursaba un embarazo de dos meses y medio. “Ella le preguntó al médico como quince preguntas y cuando yo quise preguntar me hizo con la mano como que no”, dijo el hombre que declaró con un tono bajo y monocorde.

Esa situación, de acuerdo a su testimonio, generó una discusión que derivó que “al otro día Érica tomó la decisión de irse de la casa”.

Lagostena describió ese momento en el que supuestamente la mujer se retiró de la vivienda y él trató de impedirlo al tomarla de la cartera que ella llevaba colgada de un hombro. “Una tira de la cartera quedó en su mano y la otra en la mía, pero agarró su celular, su monedero y se fue”, afirmó.

Rocovich demostró que esa cartera hallada en la vivienda de Lagostena tenía una sola correa, por lo que no pudo haber quedado en ambas manos, aunque él mantuvo su postura. “Pensé que iba a dar una vuelta a caminar y que iba a volver en un rato”, expresó el acusado, el cual dijo no recordar por qué no la llamó durante todo el día para ver si le había pasado algo.

Además, la fiscal Rocovich le preguntó en varias oportunidades acerca de una serie de mails entre la pareja que evidenciaban “celos” y escenas de hostigamiento por parte de Lagostena. “Diferencias tienen cualquier pareja, en unos mails o para ponerse de acuerdo, hay que ver la totalidad de esos mensajes y no cuatro o cinco”, respondió.

 

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