El grupo de “guapos” uruguayos que rompió con todos los pronósticos

Brasil fue sede elegida para llevar a cabo la primera Copa del Mundo de la Posguerra. Luego de un parate de doce años y con el fresco recuerdo de la Segunda Guerra Mundial, el cuarto campeonato mundial de la historia prometía traer alegría y pasión que solo un deporte como el fútbol lo podía dar.

Brasil se preparó con todo. Se decidió a organizar el Mundial más espectacular hasta ese momento y mandó a construir para el evento el colosal estadio Maracaná, en la capital de ese entonces, Río de Janeiro. Con una capacidad para 200 mil almas, el predio parecía un símbolo perfecto de lo que podía llegar a ser el país “El más grande del mundo”.

Argentina generó una gran conmoción al anunciar públicamente que no participaría del Mundial debido a diferencias existentes en la AFA y la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF).

Brasil festejó a pleno el estreno de su monumental estadio con una victoria ante México, en la jornada inaugural. Con este comienzo y con un Ademir intratable (fue el goleador del torneo), logró apabullar a los rivales hasta llegar a la gran final.

El Mundial se definió con un cuadrangular entre los mejores clasificados de la primera ronda.

Brasil llegó al partido decisivo con cuatro puntos; mientras que Uruguay alcanzó las tres unidades.

Con solo empatar, los anfitriones se consagraban campeones. El país entero se preparó para vivir, más cerca que nunca, un encuentro que parecía tener un desenlace anticipado.

seguro y confiado

En Río de Janeiro, los preparativos para el festejo ya estaban listos 24 horas antes del choque.

En un estadio repleto con nada menos que 200 mil espectadores y decorado con pancartas que decía “Homenaje a los campeones del Mundo!. Brasil recibió a Uruguay demasiado seguro y confiado.

El primer tiempo finalizó sin goles; mientras que la ansiedad de los brasileños por llegar a la explosión del festejo final aumentaba cada vez más. Cuando en el inicio del segundo tiempo, el brasileño Friaca abría el marcador, el Maracaná enteró enloqueció. Los hinchas no paraban de saltar , de gritar y de repetir con euforia “Brasil debe ganar”.

El triunfo del seleccionado local parecía tangible, pero la alegría no duraría demasiado.

dos goles cambiaron la historia

Un gol de Juan Schaffino y otro de Alcídes Gigghia, sobre el final del encuentro, quebraron definitivamente el sueño de todo un país, que se hundió en el silencio sepulcral. Nadie podía creerlo. La multitud permaneció muda durante un tiempo prolongado en el estadio. Y a pesar de la alta temperatura ambiental, se sintió un frío incontenible, tipo polar ... El del vacío en el corazón.

La campaña

grupo 4

02/07/1950 Uruguay vs. Bolivia (8-0)

FASE FINAL

09/07/1950 Uruguay vs. España (2-2)

13/07/1950 Uruguay vs. Suecia (3-2)

16/07/1950 Brasil vs. Uruguay (1-2)