El espacio contribuye a vivir mejor
Edición Impresa | 15 de Julio de 2018 | 04:39

Desde siempre se creyó que el diseño de nuestros espacios vitales, en especial los de la vivienda en que habitamos contribuye vivir mejor. Esta percepción ahora se viene a verificar por un concepto relativamente nuevo, la neuroarquitectura.
La forma en que nuestro cerebro percibe los espacios en los que vivimos tienden a afectar nuestro estado de ánimo y nuestro rendimiento. Y ya está claro que hay una relación directa entre el espacio que habitamos y nuestro rendimiento.
Aunque la neuroarquitectura es un concepto bastante novedoso, que los arquitectos tomen en cuenta principios de salud a la hora de diseñar inmuebles no lo es.
Y es lógico que sea así, porque más del 90% del tiempo que estamos despiertos al día lo pasamos dentro de edificios, y lamentablemente muchos de ellos no están pensados y construidos para hacernos sentir bien.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de edificios enfermos; alerta de que aproximadamente un 30% de los inmuebles actuales no ayudan a que el organismo mantenga el equilibrio; y cuando eso pasa, aparece la enfermedad.
Eso explica que en la OMS se impulse la construcción de casas pensadas para su función: para vivir, para trabajar, para descansar, para enfermos de Alzhéimer, para educar a los niños, para cuidar a personas convalecientes,
En el año 2003 nació la Academia de la Neurociencia para la arquitectura en San Diego.
En ella, expertos en ambas materias establecen sinergias para entender y conocer cómo el entorno modula el cerebro.
“Todo aquello que nos rodea, nos influye porque es información que llega al organismo. Y esa información hace que el cerebro ponga en marcha mecanismos de producción de hormonas que acaban produciendo sensaciones y emociones”, destacan los especialistas.
Descubrieron que cuando veían cosas puntiagudas, angulosas, rectas, se activaba la amígdala, región cerebral asociada al miedo, ansiedad y peligro.
El cerebro codifica ese tipo de formas como agresivas e inconscientemente se sitúa en un estado de alerta, de inseguridad.
Y pasa no sólo con los muebles, también con los edificios. La arquitectura, puede provocar esa sensación inconsciente.
De esta forma algunos de los conceptos extraídos del feng-shui están encontrando una explicación científica gracias a la neuroarquitectura, que busca diseñar entornos donde nos encontramos bien tanto física como mentalmente.
Algunos de estos conceptos proponen ventanas con vistas a la naturaleza.
Evitar aparatos electrónicos en el dormitorio o una imagen de trabajo.
Colocar los muebles de tal manera que nos hagan sentirnos seguros.
Y en especial tener en cuenta la importancia del orden. Una casa ordenada contribuye a mejorar la calidad de vida.
Facilítale las cosas a tu cerebro desechando las cosas apenas hayas terminado de usarlas y teniendo una rutina de limpieza semanal.
Las plantas también contribuyen a mejorar la calidad de vida. Está comprobado que las personas que tienen plantas en casa son más felices y tienen menos niveles de estrés. Incluso algunas sirven para purificar el aire de los ambientes,
El cerebro segrega dopamina, la hormona del placer y la motivación, cada vez que exploramos un espacio nuevo. Lograr una buena dosis es simple, solo hay que rotar los muebles y cambiar de lugar otros para sentir que estamos en un cuarto completamente nuevo y mejorar nuestro humor.
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