Croacia sigue en carrera porque ganó en el duelo de los arqueros
Edición Impresa | 2 de Julio de 2018 | 04:28

Croacia sufrió para alcanzar los cuartos de final y mantener viva la ilusión de una generación que esperó a la prorroga para eliminar a Dinamarca, que estuvo a punto de acabar con la historia de Luka Modric en los Mundiales.
Al equipo del mago croata se le apagó la luz en el momento más inoportuno. Parte de culpa la tuvo el rocoso planteamiento danés, que consiguió anular las ideas de la estrella balcánica. El jugador del Real Madrid vive con la continua amenaza de que cada partido puede ser su último en un Mundial y contra los daneses estuvo a punto de despedirse.
El arquero Kasper Schmeichel se empeñó en amargar a Croacia hasta límites insospechados. Y, sobre todo, a Modric, a quien detuvo un penal a pocos minutos para el final de la segunda parte del suplementario. Después, alargó sus aciertos con otros tres lanzamientos detenidos en la tanda de penales. Pero, por suerte para Croacia, Danijel Subasic paró uno más.
En el comienzo del duelo, el peso de la historia acechaba a las dos selecciones, que casi desde que comenzó el Mundial tenían puesto el retrovisor del pasado. Sobre todo Croacia, que parece vivir de la gesta de Francia 1998, donde tocó techo tras llegar a las semifinales y acabar en la tercera plaza.
A Dinamarca sólo le recordaron su mejor resultado en una Copa del Mundo días antes de enfrentarse a Croacia. Estaban a un paso de igualar los cuartos de final, su récord, también en Francia 1998. Pero, al conjunto danés, parece afectarle menos la hemeroteca.
Todo comenzó al revés para Croacia, porque el gol no tardó en anotarse dentro de su arco. La única novedad en la alineación de Dinamarca, el lateral izquierdo Jonas Knudsen, hizo un saque de banda tremendo que acabó rematando Mathias Jorgesen al fondo de la red de Danijel Subasic.
Fue un palo que duró muy poco, porque rápidamente Croacia arregló el desaguisado gracias al estreno de Mario Mandzukic. El jugador de la Juventus recogió un rebote dentro del área chica y, con mucho oportunismo, empató el duelo.
Entonces comenzó otra pelea, la del gobierno del centro del campo que no ganó nadie. El tiempo fue pasando y sólo una genialidad podía provocar el desempate. A falta de fútbol, las individualidades eran la esperanza para mover un marcador que parecía momificado.
No hubo más. Croacia no deslumbró y defraudó. Dinamarca hizo su trabajo y la prórroga se hizo imposible de evitar.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE