La necesidad de fortalecer los planes de ayuda alimentaria

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El vuelco de una mayor demanda sobre los comedores comunitarios de la Región -estimada en algunos de ellos en más de un 100 por ciento en los últimos seis meses- causado por la crisis económica que, en los niveles socioeconómicos más bajos, se refleja también en la caída de las llamadas changas o trabajos ocasionales, constituyen referencias que debieran servir como llamados de alerta para que el Estado controle e incremente los planes asistenciales.

Aquellas referencias contenidas, entre otras, en un informe publicado ayer en este diario, obligan también a que se acentúen aquellos programas de concientización que son necesarios para garantizar una mayor eficacia en los planes alimentarios y de ayuda a las entidades que prestan servicios solidarios.

El trabajo alude también a los cambios de hábitos a los que apelan familias afectadas por los aumentos. Se menciona allí los de cambiar primeras marcas por segundas o terceras y hacer lo mismo con los cortes de carnes, optándose por los más baratos. Asimismo, a partir de los últimos aumentos del transporte, no poca gente está optando por caminar para ahorrar el costo del traslado en colectivos. Por su parte, siempre de acuerdo a los testimonios recabados, en algunos comedores de la zona se organiza una suerte de trueque de productos entre los vecinos que acuden a ellos.

Está claro que el Estado debiera intensificar todos aquellos programas que impidan la existencia de flagelos tales como el de la desnutrición infantil y que los organismos con incumbencia en el tema debieran controlar e incrementar los planes asistenciales. En un contexto socioeconómico tan acuciante para los que menos tienen, resultaría positiva toda reacción que, por lo pronto, no significara negar la realidad.

Como se ha dicho, las distintas administraciones debieran revisar a fondo y, en su caso, aplicar los cambios necesarios en sus programas alimentarios y en los de apoyo a entidades de bien público que ofrecen un servicio solidario de tanta trascendencia. Se sabe que no son pocas –y que ahora están creciendo- las franjas sociales en las que las comidas diarias de las familias dependen de esta asistencia.

Es imperativo que desde las esperas públicas -sean municipales, provinciales o nacionales- se contemple esta situación y que se actúe en consecuencia. Cada uno de los organismos públicos posee, seguramente, diferentes recursos, mecanismos y vías de llegada a la sociedad y todos ellos debieran ser utilizados con estos fines. Se está, sin dudas, ante situaciones ciertamente dramáticas, que imponen al Estado la obligación de ofrecer respuestas rápidas y eficaces.

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