Alfredo Emir Cabalette
Edición Impresa | 7 de Julio de 2018 | 02:37

Fue durante más de veinte años consecutivos presidente del club Meridiano V. Ese reiterado consenso de los socios, reelección tras reelección, habla, de alguna manera, de su calidad humana. Murió, a los 75 años, Alfredo Cabalette y el hecho significa una enorme pérdida no sólo para sus seres queridos sino también para la antigua entidad deportiva y cultural y para el barrio donde creció y del que nunca se fue.
Alfredo Emir Cabalette había nacido el 12 de marzo de 1943 en esta ciudad. Sus padres fueron Francisco y María Luisa, y hasta casarse vivió en la esquina del club de 67 entre 16 y 17; de ahí su apego a la institución, que terminó siendo su segundo hogar no sólo mientras fue un nene y un adolescente sino también ya mayor, con la propia familia formada, radicado a sólo dos cuadras de esa sede y poniéndose siempre al hombro la entidad.
Se formó, como maestro mayor de obras, en el colegio industrial Albert Thomas, y dividió su labor entre una carrera en la dirección de Arquitectura Hospitalaria del ministerio de Salud -donde llegó a estar a cargo- y el trabajo independiente en la construcción.
Siempre de buen humor; generoso en todos los sentidos, porque ofrecía sin dudarlo una palabra alentadora o una ayuda material si de eso se trataba; sabio consejero entre sus hijos, nietos y la gran cantidad de amigos que tuvo; “Bimbi”, como lo llamaban en su entorno, supo ganarse muy fácilmente el afecto de la gente.
Toda su existencia estuvo ligado a Meridiano V: siendo un chico jugó allí al básquet (actividad que con la años imitó uno de sus nietos) y tanto se involucró con el club que casi no hubo día que no lo visitara. Participó activamente del quehacer de la institución, a la que condujo durante casi 25 años.
Apasionado por ese deporte que practicó de joven fue, asimismo, vicepresidente de la Asociación Platense de Básquet y tesorero de la Federación Provincial de Básquet.
Pero fue en el marco de la familia, junto a su esposa Graciela Videla, sus hijos Fernando y Verónica y en los últimos años también junto a sus nietos Guillermina, Azul y Manuel, que se sintió pleno y a sus anchas.
Su otro “lugar en el mundo” fue Mar del Tuyú, donde compartió intensos veraneos con los suyos y con el grupo de amigos que también recogió de sus vacaciones en ese balneario.
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