Las reivindicaciones laborales no justifican el vandalismo

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El informe de la Municipalidad acerca de los daños causados en el microcentro platense a partir de la movilización de trabajadores del Astillero Río Santiago, a quienes se sumaron columnas de partidos políticos y de otras agrupaciones, permite tomar conciencia acerca de los inexplicables actos de vandalismo perpetrados que nada tienen que ver con las reivindicaciones laborales.

El relevamiento oficial aludió a un costo global de $ 2,5 millones que costará la reparación de los destrozos que dejaron los incidentes. Así, se detalló la necesidad de restaurar veredas, asfaltos, cordones y bordes de contención de césped y canteros, que fueron destruidos y utilizados para lanzar piedras contra los efectivos policiales y los edificios públicos que rodean a la Plaza San Martín.

A eso se suman los gastos que tendrá la reparación del mobiliario que fue dañado durante la movilización, como bancos de plaza, luminarias, paradas de colectivos y cestos de residuos, entre otros. Lo cual obligará a desembolsar nuevas sumas de dinero, además del costo de la mano de obra.

Hay que agregar a ello la limpieza de grafitis que dañaron los frentes del ex Ente Municipal, del pasaje Dardo Rocha, del anexo del Senado bonaerense y otras sedes públicas lindantes a la plaza San Martín, así como reponer ejemplares de árboles arrancados de las ramblas, la rotura de cuatro cámaras de seguridad en la zona de la movilización y el reemplazo de varios faroles rotos, entre otros destrozos.

No se llega a entender cuál es el motivo por el cual una protesta de estas características no puede realizarse en un marco de orden, sin necesidad de arrojarle piedras a nadie ni de romper bienes que pertenecen al patrimonio común.

Lo cierto es que, si se permitiera que cada reclamo a las autoridades se concretara mediante estas actitudes, se estaría dando luz verde a todo tipo de expresiones caóticas e incompatibles con la vida institucional de la República.

El esfuerzo por restaurar el sistema democrático fue demasiado grande y se ha sostenido durante más de 30 años gracias al aporte de todos los argentinos y no hay lugar, por consiguiente, para estas expresiones de salvajismo que intentan retrotraer las cosas a períodos afortunadamente superados.

Debe insistirse, entonces, en la necesidad de que las autoridades identifiquen a los autores de estos actos vandálicos y se les aplique el peso de la ley. Los incidentes ocurridos días pasados en el centro requieren, también, de un análisis a fondo por parte de los organizadores de la marcha, para evitar que se reiteren episodios que nada tienen que ver con las demandas sectoriales y que, en cambo, sí se inscriben en la órbita de lo delictivo.

Urge, de todos modos, que sea el Estado, a través de la fuerza de seguridad pertinente, que extreme mecanismos de prevención más eficaces, reforzando la custodia de instituciones públicas que simbolizan la soberanía popular y no el desgobierno o la anarquía.

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