Estudiantes y una derrota que pegó fuerte, pero puede ser el inicio de otro ciclo exitoso
Edición Impresa | 30 de Agosto de 2018 | 02:18

Por MARTÍN CABRERA
mcabrera@eldia.com
Estudiantes se volvió de Brasil con un dolor en el corazón. Esta eliminación, por más justa que fuese, dejó una huella en el plantel, que ayer emprendió el más triste regreso a casa, con la frente en alto pero la bronca de haberse sentido tan cerca del objetivo.
No pudo ser. Hizo todo lo que pudo y más. Ante tamaña diferencia de equivalencias le planteó el partido que pudo al campeón de América y al que más dinero invierte en su plantel profesional: 4 millones de dólares por mes, lo mismo que el Pincha al año. Recién en el segundo minuto de descuento le pudo torcer el brazo.
Fue una batalla desigual. Los centrales aguantaron y cabecearon todo. El arquero sacó las que fueron al arco, menos la última, un cabezazo de anticipo en el primer palo, que sorprendió a toda la defensa. Los del medio habían entregado el alma, con acierto y errores. Los laterales la bancaron y cuando pudieron intentaron pasar al ataque. El equipo dio el 101 por ciento. Algunos hinchas le reprochan a Facundo Sánchez la infracción que derivó en el gol, pero toda la claridad se pierde después de defender 92 minutos en su propia área, con la máxima atención. Además el mismo Sánchez había salvado un remate de Alisson a falta de 15 minutos.
Esta vez los puntos más bajos estuvieron en los pibes, los que lo habían conducido al éxito en Quilmes. Matías Pellegrini sufrió el partido desde el minuto 1. El ida y vuelta, primero por derecha y luego en la izquierda, lo desgastó: se lo vio varias veces acalambrado y ahogado. Eso no le permitió asociarse con Tití. Tampoco pudo aguantar la pelota Francisco Apaolaza, el delantero del golazo hace tres semanas. El chico de Magdalena luchó solo contra toda la defensa y, la verdad, es que perdió casi siempre.
En el final un párrafo para el mejor jugador del equipo: Lucas Rodríguez. Fue el único que pudo tener la pelota, gambetear y hacer que el reloj pasase unos minutos sin la necesidad de correr a un rival. Pudo haber sido el partido despegue de un jugador con enormes características.
Nada para reprocharle al equipo. Tampoco al técnico, más allá de la salida de Erquiaga y que no hayan ingresado los más experimentados, caso la Gata o Mariano Pavone. Jugadores, entrenador y colaboradores hicieron lo correcto. A tragar bronca que el tiempo pondrá este partido en el lugar merecido.
LA DERROTA, ESA SEMILLA PARA UN FUTURO MEJOR
Otras derrotas similares fueron semillas plantadas para futuras epopeyas. En 2006, luego de perder por penales en los cuartos de final de la Libertadores a manos de San Pablo, el técnico Diego Simeone les dijo a sus jugadores: “Vamos a salir campeones”. Seis meses después estaba levantando la copa del Apertura de ese año tras ganarle la final a Boca.
También en Porto Alegre había empezado otro capítulo dulce con mucha amargura inicial. Aquella final de la copa Sudamericana 2008 ante el Inter -sin saberlo- fue el puntapié para ganar seis meses después la cuarta copa Libertadores. Estudiantes había perdido en el suplementario y aquella desazón se transformó en rabia futbolística. Al año siguiente se subió a lo más alto de América.
Y en 2009, también a falta de dos minutos, Barcelona le empató el partido en la final del Mundial de Clubes. En el suplementario el Pincha no pudo sostener más y cayó 2-1. Fue el puntapié inicial del Apertura de 2010, de la mano de Alejandro Sabella. Ese año sumó más de 90 puntos en ambos torneos. No hubo otro equipo que alcanzara tantos puntos al día de la fecha.
Esta vez el panorama es diferente, porque la generación dorada parece que estar en el final. Algunos jugadores ya se retiraron, caso Leandro Desábato, Agustín Alayes, José Luis Calderón, Leandro Benítez y el propio Verón. Otros están a un paso, como Pablo Lugüercio y Rodrigo Braña. Los demás empezaron a transitar la ruta de salida: Mariano Andújar y Gastón Fernández. Sólo Mariano Andújar, de los campeones, es el que tiene más hilo en el carretel, pero contrato hasta junio próximo. El final de la Generación Dorada está a la vuelta de la esquina.
La semilla del martes a la noche en el Arena do Gremio tiene nombres nuevos. Matías Pellegrini, Francisco Apaolaza, Iván Gómez, Iván Erquiaga y otros más que están asomando desde abajo. Tal vez no lleguen a la terraza del éxito como los anteriores, pero serán quienes lleven a Estudiantes a lo más alto. Y eso intentarán hacer. Una nueva etapa comenzó ayer en el regreso a La Plata. Una etapa de renovación. El tiempo dirá si esa semilla creció hasta madurar o se marchitó con el paso del tiempo. En Porto Alegre se le vieron los primeros brotes.
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