Frente a la corrupción, no colocar a todos en la misma bolsa

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Ing. Francisco Gliemmo

Presidente honorario de la Unión Industrial del Gran La Plata

Los vertiginosos acontecimientos de los últimos días nos mostraron, con indisimulada crudeza, la magnitud de la estructura de corrupción diseñada para violar y adueñarse de bienes del Estado, de cuya acción casi todos intuíamos y muchos imaginábamos en su real magnitud y, también, las consecuencias económicas y sociales que podían generar.

Pero, claro está, que no parecía que era suficiente con ver los bolsos de López o el procesamiento y cárcel de un ex vicepresidente para convencerse de su existencia, sino que la aparición de una minuciosa y precisa descripción, en simple y ya famoso cuaderno, de la operatoria de la corrupción, documentada por un chofer y puesta en descubierto por un cauteloso y perspicaz periodista, para darle luz pública al degradante y gigantesco grado de corrupción, no solamente de políticos y funcionarios públicos sino de la escandalosa contrapartida de encumbrados, y muchas veces empoderados por sus éxitos empresariales a mediáticos empresarios, inclusive, muchos aprovechando su calidad de dirigentes de históricas organizaciones empresariales, que terminó de desmitificar dudas e intereses oprobiosos.

Obviamente, que el origen de este “destape” de inmoralidad e injusticia, con una actualización increíble en su esencia en la “letra de Cambalache”, tiene su génesis en la degradación continua de valores permanente que viene padeciendo nuestra sociedad por décadas y que fue generando la cultura del “vale todo” sin la contrapartida sancionatoria de una buena parte de la Justicia que no cumplía con su competente responsabilidad, sino que, por connivencia e intereses se minimizó con el descrédito, desconfianza y, en muchos casos, con el aval a la corrupción misma.

Pero como sucede en todo orden de la vida y sobre la base de que “la sociedad no se suicida colectivamente”, ya que, como conocemos siempre existen anticuerpos para contrarrestar focos infecciosos y duraderos, pero que, si a éstos se los revitaliza con acciones y medidas ejemplares pueden actuar con mayor efectividad, deteniendo e inclusive eliminando el mal y lo que está sucediendo, en estos días, parecería ratificar la autodefensa del sistema republicano, por lo que, deberíamos preguntarnos si esto que, ahora, estamos transitando en la Justicia es el revitalizador adecuado y eficaz para su curación o es solamente, para desilusión de nuestra sociedad, una fugaz mejora y un nuevo golpe a la esperanza.

También resulta necesario aclarar, para anhelar a un cambio definitivo de tendencia, que los empresarios y dirigentes que en su inmensa mayoría trabaja con dedicación y vocación para el sostenimiento y generación del trabajo y que proponen modelos y medidas para alcanzar, a través de un modelo de producción de valor agregado, un desarrollo con inclusión y equidad social, que el actual gobierno nunca lo ha priorizado, y que, además, nunca aceptaron acercarse al poder ni fueron cómplices de la corrupción ni amanuenses por dádivas o cargos ofrecidos por el poder de turno, no tienen que soportar el escarnio ni el desprestigio de gran parte de la sociedad, de ser incluidos en la misma bolsa de los corruptos.

“Obviamente, que el origen de este ´destape´tiene su génesis en la degradación continua de valores permanente”

 

 

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