Carlos Irisarri

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Penalista de casos de gran repercusión y abogado especializado en la defensa de magistrados; autor de textos de Derecho que son lectura obligada en las universidades; ex concejal por el radicalismo; falleció ayer, a los 64 años, tras una dura enfermedad que enfrentó con notable entereza, Carlos Irisarri.

Había nacido el 1º de julio de 1954. Hijo de Juan Carlos Irisarri -ingeniero industrial- y Edith Mateu, fue el mayor de tres hermanos. Lo siguieron Eduardo y Edith. Se recibió de bachiller en el Colegio Nacional en 1972 y al año siguiente ingresó a la facultad de Derecho, de donde se graduó, luego de una carrera universitaria brillante, en 1977. “Carlitos”, como lo recuerdan con singular afecto tantos de sus amigos, dio repetidas muestras de una capacidad intelectual extraordinaria, ya sea en su época de estudiante como más tarde en cualquiera de las actividades que desempeñó.

Ligado a las filas del radicalismo desde la adolescencia, creyó fervientemente en la renovación que proponía al centenario partido Raúl Alfonsín. Así fue que abrazó de manera activa la política con el retorno al país de la vida democrática. Entre 1983 y 1985 fue concejal por la UCR.

Ejerció la abogacía con igual entusiasmo. Desde su estudio jurídico, de manera independiente, le tocó actuar en causas de enorme eco social como lo fue el múltiple femicidio que cometió en 1992 el odontólogo Ricardo Barreda. De estilo bien frontal, muy elocuente en sus argumentos y dueño de una particular racionalidad, también fueron reconocidas sus intervenciones en resonantes casos donde defendió a jueces y otros funcionarios judiciales.

Apasionado por todo lo que emprendió, entre las múltiples iniciativas que tuvo en la vida, en los últimos años se volcó a la literatura y publicó una novela. Ya había despuntado ese gusto por la escritura en varias obras sobre Derecho Procesal Penal, pero ahora, con “El idioma del amor”, unía la afición por las letras con su admiración por la cultura vasca, a la cual le dedicó gran parte de su tiempo desde diferentes entidades de la colectividad.

Casado con Graciela Cardeiro, hizo propia a Julia, la hija de su mujer, pues ambos se unieron en un vínculo muy estrecho. La pareja tuvo en común a Santiago.

Tuvo dos nietos: Federico y Francisco.

 

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