Chichilo Viale: los recuerdos de sus días en Rogelio Martínez, en clave de stand up

El humorista cordobés, con cuarenta años de trayectoria, viaja al pasado, al barrio en el que nació, y trae aquellos personajes y situaciones al escenario que, dice, “son los mismos de cualquier ciudad”

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“Stand up de barrio” se llama el nuevo espectáculo de Chichilo Viale, el humorista que, con cuarenta años sobre los escenarios, se anima a mostrarse al natural, contando cómo fueron sus primeros años en Rogelio Martínez, el barrio cordobés en el que nació, de la mano de divertidos monólogos en los que aparecerán personajes y situaciones comunes a cualquier barrio, de cualquier ciudad, aunque del pasado.

La cita, como en sus últimos arribos a nuestra ciudad, será en La Nonna, 3 esquina 47, desde las 21, una sala que se presta ideal, según cuenta en diálogo con EL DIA, por la intimidad y calidez que el stand up necesita.

“Tiene que ver con cuestiones comunes a todos los barrios del mundo”, define el humorista a su propuesta, esa con la que, asegura, logra llegar a cada espectador porque, mientras él relata sus recuerdos barriales, “la gente que está sentada se acuerda de su carnicero, de su verdulero, de su panadero, de los personajes del barrio, del colegio, de la ropa que se usaba”. Por eso, sostiene, el show se convierte en “casi interactivo”, con espectadores interlocutores que asientan, se ríen y disfrutan por la identificación de cada narración.

El barrio al que vuelve Viale es Rogelio Martínez, en Córdoba capital. Y a pesar de que hace muchos años que se fue, nunca estuvo lejos. Apenas 22 kilómetros lo separan ahora del lugar en el que nació, y el que le propuso la idea de generar este show de manera circunstancial.

Cuenta que visitaba el barrio en el marco de otra gira cuando, de repente, parado en el escenario, llevaba veinte minutos contando anécdotas de su infancia y adolescencia en esas calles, con las que el público se desternillaba de risa. “¡Y no había dicho ni media palabra de mi espectáculo!”, aclara, Chichilo, sobre la causa “accidental” que lo llevó a preparar este stand up.

“Al principio le iba a poner PM40 (prohibido para menores de 40) porque yo decía ‘¿qué chico va a querer ir a ver algo que pasó hace 40 años?’. ¡No te das una idea cómo le gusta a los jóvenes! Se ríen del ridículo, se ríen de mí: un viejo pelado, choto y panzón, que usaba cuello largo, pantalones amplios, cinto grueso y que iba a los asaltos...”, revela, divertido.

Se anima el hincha de Belgrano y amante del rugby y del pádel a una reflexión en relación a una tendencia cada vez más en alza en la que humoristas, en clave reflexiva a veces, vuelven al pasado, a rememorar rituales ya casi extinguidos, con las que apuntan a la nostalgia del espectador.

“Creo que tiene que ver con que uno trata de recuperar todo lo que se te escapó de las manos. La canchita no existe, existe la compu y la play. Y debe ser que inconscientemente uno trata de recuperar esa canchita”, responde el humorista, que en el escenario nos habla, además del inolvidable potrero, y de cómo armaban los arquitos canalizadores de ilusiones, de los métodos que usaba su padre para que vuelvan a la casa (no había WhatsApp, bastaba con un silbidito que se escuchaba a tres cuadras a la redonda); de los encuentros de amigos bajo el farol jugando al cuadrado; de los asaltos; y de aquellos esperados primeros roces con la mejilla.

Apodado Chichilo por el sobrenombre de su abuelo, Don Chicho, recuerda cómo empezó en este oficio, hace ya cuatro décadas. “Empecé en el colegio, hacía obras dramáticas, una se llamó ‘Topografías de un desnudo’. Era una obra ganadora del Festival Casa de las Américas. Era una obra dificilísima, pero no me fue bien: salí del escenario y un tipo me agarró a trompadas, yo me caí para atrás y me desvanecí”, relata, entre risas, una de sus anécdotas preferidas porque, asegura, en tono de broma, que fue “su primera crítica”. El golpeador, que ahora es uno de sus grandes amigos, era hermano de un desaparecido y él interpretaba a un militar que había mandado a matar a 300 tipos de una villa para poner un parque para sus tres nietos.

Reconoce el cordobés que “40 años es mucho tiempo” y que se siente “un poco cansado”. Sin embargo, no se queja.

Cambian los tiempos, cambia la vida, ¿y cambia el humor? Chichilo dice que no, no ha cambiado nada en sus maneras de generar la risa.

“Se han generado ciertas rispideces pero yo nunca hice un humor ofensivo, no es lo que yo pretendo, y transmito bien lo que quiero decir. Al transmitir bien lo que quiero decir, no estoy generando rispideces”, admite, quien es considerado uno de los mejores contadores de chistes de borrachos.

Aunque destaca, sin embargo, que “si vamos al valor del humor por el humor mismo, creo que ha crecido” y argumenta: “El stand up es una cosa interesante. Ha producido un hecho que hacía falta. Que la juventud tenga algo gracioso que decir, y que lo pueda decir. Y también ha abierto otra posibilidad: antes no hacíamos humor autocrítico. En cambio hoy, sí. Es muy común. Para mí es nuevo: ya dejamos de ser perfectos como éramos antes. Ahora la autocrítica que se genera a través del humor es lo más interesante”.

 

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