Deben continuar las barreras preventivas contra el hantavirus

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Si bien se han acentuado en la Región, a partir de los casos de reaparición del hantavirus en varios puntos del país, los controles sobre potenciales focos infecciosos, saneándose por ejemplo viviendas de acumuladores de residuos o inspeccionándose puestos verdes en algunas plazas, las numerosas denuncias vecinales sobre presencia de roedores en distintos lugares obligan a las autoridades a no bajar los brazos y a redoblar esfuerzos para volver más efectivos los operativos y llevar así tranquilidad a la población.

Desde luego que no se trata de originar un innecesario estado de alarmismo en la población, sino de que rijan en forma permanente pautas y programas de concientización que hacen a una mayor higiene y, por consiguiente, a mantener a lo largo del tiempo niveles sanitarios que tengan capacidad preventiva. Como ello no ocurre tanto en nuestra zona como en el resto del país, no es extraño entonces que deban montarse de apuro campañas que resultan, lamentablemente tardías.

Como bien se sabe, el hantavirus ya ha reportado en estos meses más de 30 casos confirmados de la enfermedad, la mitad de ellos fatales y uno correspondiente a una vecina de Castelli que falleció anteayer por hantavirus en una clínica privada de nuestra ciudad.

Corresponde reseñar que en febrero pasado vecinos de Melchor Romero reclamaron a viva voz que se ejecutaran tareas de limpieza en un barrio de esa localidad -a raíz de la aparición de un caso de hantavirus en un perro, detectado por un veterinario de la zona- y en ese entonces se instaba a las autoridades sanitarias a que se pusieran en marcha, a lo largo del año y en toda la Región, los mecanismos preventivos existentes, que debían ser fiscalizados por los sistemas sanitarios provincial y municipal, según se advertía en esta columna. Como bien se sabe, en la zona oeste hubo varios casos de hantavirus en humanos en los últimos años,

A su vez, los habitantes de otras zonas de la periferia reclamaron por la ausencia del servicio de recolección de basura o por la irregularidad con la que se cumple. La proliferación de residuos en la vía pública –originada en algunos casos por las deficiencias del servicio de recolección y, en otros, por la desaprensión absoluta de muchos vecinos que arrojan residuos en cualquier lugar- agrava notablemente el cuadro de por sí ya preocupante.

Pero también está planteada en otros puntos de la periferia la incompatibilidad existente a partir del mantenimiento de técnicas de producción en algunos criaderos de pollos, que acumulan el estiércol para emplearlo como abono, en una situación que redunda en la proliferación de moscas caseras y, desde luego, ratones colilargos. En muchos de estos casos los vecinos han presentado escritos ante la Municipalidad y el Ministerio de Salud bonaerense solicitando un control sanitario de las producciones avícolas y de otro tipo de animales.

También se ha dicho que el panorama es común a todo el cinturón que rodea al Gran La Plata, cuyo crecimiento informe y vertiginoso requiere en forma imperiosa de toda clase de pautas, pero de las de índole sanitaria en primer término.

Lo cierto es que el hantavirus, en definitiva, se ha transformado en un mal endémico en nuestra región. Y desde 1998 -cuando se detectó el primer caso- hasta ahora ya se ha cobrado más cerca de veinte vidas, sólo en nuestro distrito.

No hay margen, entonces, para la indiferencia. Distintos organismos del Estado deben comprometerse, tanto en la órbita provincial como municipal, para levantar barreras y disponer medidas de defensa muy enérgicas ante el avance de esta amenaza.

 

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