La esposa de Abel Campos dijo no estar al tanto de la relación con Gissella

En su declaración testimonial admitió que su marido “había tenido otras amantes”, pero no lo consideró “algo serio”

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En una entrevista que le hicieron hace poco más de tres años, a propósito de su pertenencia al Departamento de Veteranos de Malvinas, Abel Casimiro Campos explicaba que vivía en Lobería porque lo había atrapado “la paz de este lugar para criar a mis dos hijos”.

Tenía dos, de 16 y 21 años. El mayor estudia una carrera universitaria en La Plata, pero la adolescente y su madre siguen radicados en Tamangueyú, un pueblito situado a cuatro kilómetros de esa localidad, donde viven unas 200 personas que no pueden creer nada de lo que la tele cuenta de su vecino.

Por lo que declaró la esposa de Abel, esta tremenda historia también la tomó por sorpresa a ella, que el domingo trajo a su marido hasta La Plata porque su camioneta estaba en el taller y él le explicó que lo habían citado a una audiencia “por una cuestión de trabajo, o algo así”, dijo la mujer en la declaración testimonial que dio en la DDI.

Aclaró también que ella le creyó “sin preguntar nada más”, trascendió de fuentes oficiales.

Según su relato y el de otros testigos, el domingo dejó a Campos en la casa de City Bell de 11 entre 481 y 481 bis, donde pasaba los días de semana. Para entonces ya lo había llamado Mariela, una de las hermanas de Gissella, para que declarara “qué ropa tenía puesta mi hermana; me dijo que no le hinchara las pelotas y que no lo amenace, y yo le dije que no estábamos buscando a un perro: dijo que iba a ir a declarar”.

Campos se comprometió a presentarse el sábado pasado en la DDI, pero para el domingo dejó de atender su teléfono, lo que motivó que la fiscal Ana Medina pidiera su comparendo compulsivo.

Sin camioneta desde el jueves -cuando la dejó en un taller de City Bell para arreglar el embrague y pidió que la lavaran “hasta en la parte de abajo”-, ese domingo Abel le pidió a su hermano que lo acercara hasta 15 y 40, para ir a la casa de un amigo. En lugar de eso, entró en el hotel Catedral, en 49 entre 14 y 15, y se registró a su nombre. Tenía una carabina 22, también registrada. Le dieron la habitación 12.

La esposa de Abel reconoció ante los investigadores estar al tanto de que su marido “había tenido relaciones con otras mujeres, pero nunca consideró que fuera nada serio”. Dijo también desconocer la existencia de Gissella, a quien Abel conoció hace seis años, en IOMA.

Es que por entonces la odontóloga vendía joyas de plata entre los empleados de la obra social, confirmaron distintas fuentes.

El noviazgo tuvo un quiebre hace tres años, cuando Solis descubrió que Campos “hacía una doble vida. Mi hermana le planteaba ‘o estás acá o estás allá”, contó Roberto, otro hermano de Gissella.

Hasta el miércoles, Campos estuvo en contacto con Gissella, por lo que declaró una allegada que pasó por la casa de la mujer antes de las 8 de la mañana de ese día y vio estacionada en la puerta la camioneta del ex combatiente. “No hay muchos vehículos como ése, solamente tres en la zona”, dijo uno de las hermanos de Gissella, lo que ayudará a reconstruir sus recorridos por cámaras de monitoreo, antes de que el jueves a la tarde la dejara en el taller. Después de eso, Abel se tomó un micro y viajó a Lobería.

El final se precipitó hacia la 1 de la mañana del lunes, cuando un policía de la DDI golpeó la puerta del cuarto 12 y enseguida escuchó un tiro. Esa misma tarde, la esposa reconoció su cuerpo en la morgue y se descompensó.

 

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