Ojo, que la soga no le llegue al cuello porque sufrirá mucho
Edición Impresa | 27 de Enero de 2019 | 05:03

Por NICOLÁS NARDINI
El último triunfo de Gimnasia en la Superliga fue hace exactamente tres meses. Es verdad que en el medio estuvo el receso, pero la cita cronológica es válida para graficar el momento por el que atraviesa el equipo, en el contexto de una dura lucha en la zona baja de la tabla de los promedios.
Frases como “se viene una final” o “ya no hay margen para el error” se parecieron a hojas que vuelan en el viento sin ningún espesor. Este plantel de Gimnasia procura convencerse desde lo dialéctico de esa sensación, pero cuando sale al campo sus producciones no van en zaga con lo que se declama, porque el Lobo volvió a ser un equipo livianito, errático y con poca convicción para enderezar un trámite que empezó torcido y terminó peor.
¿Cuál es el riesgo de que se torne costumbre dilapidar puntos para los mens sana? Lisa y llanamente que en tanto pasen las fechas, el margen se estrecha y los riesgos de caer en la zona roja se agrandan. Cosechar ahora le evitará llegar a las últimas fechas con la soga al cuello, cuestión que le adosaría al cuadro -de por sí grave- un elemento nocivo: la presión ejercida por el temor de caer al abismo.
En el pasado semestre Gimnasia fue dos equipos en uno. Mientras en la Copa emocionó a su gente con las producciones ante Boca y River, e incluso dio la talla en la final, tuvo un andar penoso en tantos otros partidos por la Superliga, como ante San Martín, Racing o Belgrano. Ese escudo protector que fue para este equipo el derrotero en la Copa Argentina ya es parte del pasado. A Gimnasia le quedan nueve finales por delante en la Superliga. Por ahora gobierna la preocupación en las huestes mens sana. Si puertas adentro no toman nota de la gravedad de la crisis, la historia podría terminar muy mal.
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