Necesidad de medidas preventivas para los festejos de Carnaval

Edición Impresa

Los municipios de la Región deberían apurar todas las medidas necesarias que apunten a fijar la mejor reglamentación posible para garantizar un normal desarrollo de los festejos del Carnaval, ante la proximidad de ese acontecimiento. La experiencia reunida en muchos años enseña que, de no contarse con fiscalizaciones y reglamentaciones precisas, pueden producirse desbordes impropios, ajenos a las aspiraciones populares de disfrutar sanamente de una fiesta con tanta tradición.

En el caso de la Comuna platense, tal como se informó, decidió abrir a partir de ayer la inscripción de interesados en organizar los corsos barriales, procurándose así contar con información precisa de los responsables acerca de la fecha, lugar y horarios en que se realizarán, entre otros requerimientos que se formularán para otorgar las autorizaciones.

Asimismo, se determinó que el encuentro central de los festejos que se llevará a cabo en la República de los Niños en donde se otorgarán premios, en tanto que la Comuna lanzará un app que incluirá ubicaciones y cronogramas para que los vecinos cuenten con información. En ese marco se habilitará también un registro de comparsas y batucadas que deseen formar parte del festejo en el predio de Gonnet.

Se puso de relieve que los organizadores de cada corso en los barrios estarán a cargo no sólo de la realización del mismo, sino de los eventuales incidentes, así como de los posibles daños que puedan presentarse en perjuicio de personas físicas o propiedades.

Corresponde insistir en que algunas de las experiencias anteriores obligan a las autoridades a actuar con mucho celo y sentido preventivo, ya que nadie ignora no sólo los incidentes, sino, inclusive, los interrogantes y sospechas que empañaron en muchas ocasiones la organización de los corsos.

Desde luego que los carnavales fueron una de las más tradicionales fiestas populares, aunque luego decayeron, acaso por una carga creciente de agresividad que convirtió a los corsos en escenarios propicios para incidentes. Se llegó, por último, a una instancia de verdadera decadencia y abandono, a manos de las nuevas generaciones que no incorporaron el espíritu de los carnavales a su cultura.

También fue inocultable que, detrás del colorido de los corsos, se desarrollaron negocios redituables, pero abusivos. Se empezó a cobrar en forma ilegítima entradas a la gente, se instalaron kioscos de venta con costos mínimos y con precios de venta altos. Se permitió, muchas veces, el cercado de calles selectivas –esto es, concentradoras de mucho tránsito- para la realización de estas fiestas. Se originaron, también, ruidos molestos para los vecinos.

Pero también es cierto que los corsos pueden funcionar como alternativa para una ausencia notoria de fiestas populares en la Región, y por las cuales, evidentemente, un sector de la población tiene vocación. De allí la necesidad de que los tres municipios revisen sus políticas sobre estas expresiones, de manera de poder conjugar la vocación de una parte de la población por estas fiestas populares con los legítimos derechos de los vecinos afectados, y sin ceder exclusivamente a los intereses de algunos organizadores de estos espectáculos.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE