Muy dividido, el secesionismo busca salir del estancamiento

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BARCELONA

El fallido intento de secesión de 2017 colocó en un impasse a un movimiento independentista catalán que, lastrado por las divisiones, quiere retomar la iniciativa tras la condena de ayer contra sus líderes, entre temores de radicalización de algunos sectores minoritarios.

Desde el fallido intento de secesión de 2017, que implicó la pérdida temporal de la autonomía regional y la detención o huida al extranjero de sus líderes, el movimiento quedó noqueado. Su proyecto prometía una independencia fácil, rápida y sin costos lo que demostró ser “irreal” ante un Estado totalmente en contra y una sociedad catalana dividida en dos sobre la cuestión. Desde entonces, faltó una reflexión de fondo sobre hacia dónde avanzar. El proceso hacia la secesión se interrumpió pero los independentistas conservan el poder en el gobierno, el parlamento y una mayoría de municipios de esta región de 7,5 millones de habitantes. Este bloqueo sacó a la luz las diferencias existentes dentro del independentismo, un heterogéneo movimiento que va desde la izquierda anticapitalista hasta la democracia cristiana.

El ex presidente Carles Puigdemont (Juntos por Cataluña, JxC) es partidario de confrontar con Madrid mientras que su ex vicepresidente Oriol Junqueras (Izquierda Republicana, ERC), condenado a 13 años de cárcel, aboga por el diálogo y prefiere apartar la vía unilateral.

Esta dualidad afecta al gobierno regional presidido por Quim Torra (coalición JxC-ERC) que, además, perdió el apoyo de la tercera fuerza separatista, la izquierda anticapitalista CUP, imprescindible para su mayoría. (AFP)

 

 

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