Nuevo y trascendente paso para el proceso democrático
Edición Impresa | 27 de Octubre de 2019 | 02:42

Una vez más, en lo que resulta ser una auspiciosa e inédita continuidad del proceso democrático reiniciado en la Argentina en 1983, es decir hace 36 años, la población de nuestro país acudirá hoy a las urnas para renovar mandatos en numerosos poderes ejecutivos y legislativos, así como en las municipalidades del país. Por otra parte, se tratará ésta de la primera oportunidad en la que un presidente civil le entregará el gobierno a otro electo también por el voto popular, ya que en todos los anteriores turnos ocurrieron circunstancias que aceleraron o impidieron ese traspaso institucional.
Como nota que condiciona estos logros institucionales, acaso debe lamentarse el hecho de que los legisladores no hayan considerado en todos estos años una modernización del sistema electoral vigente que, claramente, no se corresponde por su obsolescencia con la cada vez mayor predisposición de la ciudadanía a cumplir con ésta y las demás obligaciones propias de la democracia.
Recientemente, se aludió en esta columna a las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) concebidas para permitir la preselección interna de los candidatos de cada partido político. Sin embargo, tal como se dijo en agosto pasado, se sabe que en la práctica resultan ser meramente declamativas, pues la mayoría de los partidos deciden antes la conformación de sus nóminas y candidaturas principales en el orden provincial y nacional, sin que los afiliados recurran a las urnas. Por contrapartida, no puede obviarse el hecho que ni Cambiemos ni el PJ opositor sometieron a procesos internos la selección de candidatos para ocupar nada menos que la Presidencia y la Vicepresidencia de la República.
Pero hay mucho más. Resulta evidente, por ejemplo, que los votantes suelen verse enfrentados a los numerosos trastornos que plantea un sistema electoral anacrónico, atado, por ejemplo, al método de las boletas sábana. No resulta exagerado expresar que las boletas sábana han terminado por hartar a la población, dadas las dificultades que implica su utilización. Además de generar confusión en los cuartos oscuros, ellas se reflejan con mayor elocuencia cuando comienza el escrutinio. En muchos de los últimos comicios, pasadas varias horas del cierre de las mesas de votación, no se dan a conocer resultados oficiales y lo habitual es que recién, ya muy entrada la noche, comiencen a conocerse los primeros datos oficiales. Sin dejar de mencionar, claro está, los errores involuntarios en que incurren los electores y que implican la necesidad de anular sus voto, en situaciones que suelen originar largas y enojosas polémicas.
Asimismo, otro punto de las profundas modificaciones cuya concreción se reclama tiene que ver con la necesidad de que se realicen por separado las elecciones municipales, de modo de permitir que se enriquezcan los debates locales, otorgándole mayor grado de compromiso a los votantes. Se sabe que las elecciones municipales desdobladas permiten a la ciudadanía enfocarse en cuestiones públicas muy concretas y conocidas, además de que jerarquizan la pulseada por la definición de liderazgos locales. Con ese desdoblamiento se evitaría el llamado “efecto arrastre” que, en definitiva, termina contaminando a toda elección municipal con los avatares y contingencias del orden nacional o provincial.
La ciudadanía argentina, que ha venido demostrando un mayor deseo de interesarse en la cosa pública, de conocer mejor a los representantes que elige y de controlarlos a lo largo de su gestión, reclama con toda razón una mayor sencillez, agilidad y transparencia en el sistema. Se requieren reformas y es la propia realidad la que hoy demanda a las instituciones y a los partidos políticos a modernizar un trámite desactualizado, que no se encuentra a la altura de los reclamos de una población que aspira a consolidar un modo de vida basado en el respeto a la ley y a las opiniones del otro.
Debe insistirse, sin embargo, en que el proceso eleccionario de la jornada de hoy constituye paso trascendente, por lo que conlleva como ejercicio de libertad de pensamiento y de elección ciudadanas. La existencia de partidos políticos otorga a cada elector, justamente, la facultad de optar por sus preferencias.
No obstante, así como no existen, afortunadamente, dudas acerca de que la ciudadanía argentina ha venido demostrando en forma ininterrumpida, desde 1983, un mayor deseo de interesarse en la cosa pública, de conocer mejor a los representantes que elige y de controlarlos a lo largo de su gestión, de lo que se trata es de aportarle a esa madurez política avances instrumentales que son relevantes para acrecentar la representatividad.
Los partidos políticos y las instituciones están, por consiguiente, obligados a modernizar un trámite anacrónico, que no se encuentra a la altura de los reclamos de una población que aspira a consolidar un modo de vida basado en el respeto a la ley y a las opiniones del otro.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE