Orgullo platense
Edición Impresa | 17 de Diciembre de 2019 | 03:31

Por ADRIÁN D'AMELIO
Las miradas del tenis mundial están enfocados en un nombre: Thiago Agustín Tirante, el platense que terminó como el número 1 del ranking de Juveniles de la Federación Internacional (ITF). “Cerré una etapa maravillosa de mi carrera y ahora me espera otra por delante mucho más exigente, en la que espero que también me vaya bien”. De esta manera comenzó el diálogo exclusivo que mantuvo este medio con el joven tenista platense, que además se adjudicó el prestigioso torneo Orange Bowl, en Estados Unidos.
Todavía en su rostro se nota el cansancio de cuatro semanas de una gira exitosa, pero demoledora y las ocho horas de viaje de avión desde Miami hasta Ezeiza, donde a las 7 de la mañana de ayer lo estaba esperando un nutrido contingente de familiares encabezado por mamá Mariné -se quedó hasta la madrugada preparando todo el cotillón-, el abuelo Hugo haciendo sonar el redoblante en pleno hall del Aeropuerto, su hermana Ornella (10 años) y los primos de Thiago.
“Cuando arranqué jugando al tenis empecé más que nada como un juego, un entretenimiento. Aunque con el paso del tiempo fue superando etapas, pero nunca me imaginé que iba a terminar como el número uno al concluir mi proceso en Juniors”, agregó Thiago mientras comparte unos mates en el living de su casa.
Ahora es tiempo de reposo para el “guerrero” platense de mil batallas, que nació hace 18 años en el barrio La Cumbre, tanto en la parte física como en lo mental. Serán cerca de tres semanas para recargar las pilas y poner en marcha la pretemporada el próximo 6 de enero junto a su entrenadora y “mentora” de la joven promesa del tenis argentino: su tía Vanesa Tirante, ya que en el pasado mes de octubre se desvinculó del laso que lo unía con Gustavo Luza.
“Recién llegué y todavía no me senté con mi tía para armar la agenda para la próxima temporada; aunque existe la posibilidad de que la pretemporada la hagamos en el exterior, pero todo está por verse. Ahora necesito descansar, porque esta último semaña fue muy desgastante y terminé con la última gota de energía que me quedaba”, subrayó Tirante.
Thiago es todo producto del esfuerzo y la dedicación al trabajo de cada día. Es un pibe que no vive entre lujos. Nació y se crió entre las dos canchas de tenis que tiene su abuelo en el complejo de La Cumbre. Cuentan que tomó la primera raqueta entre sus manos, cuando era un bebé que recién se encargaba de dar los primeros pasos. Vanesa y Valeria, ambas tías y jugadoras de tenis fueron observando el potencial, mientras que crecía y se desarrollaba el pequeño sobrino.
Y así fue. Thiago se fue haciendo camino al andar hasta llegar a ser el número uno de Juniors de la presente temporada. “Soy autocrítico. Tuve un año tenístico con muchos altibajos. Arranqué bien, ganado la Brasil Cup, un torneo de Grado A como así también obtuve mis primeros puntos en el ranking de la ATP. Después entre en un especie de meseta como si mi juego se hubiese estancado, aunque tuve la posibilidad de conseguir el título de dobles de Roland Garros dentro de mi categoría”, apuntó Tirante.
“Puse fin a una etapa en mi carrera y ahora empieza otra, donde espero que también me vaya bien”
Thiago Tirante,
Tenista platense
Más adelante, en la charla que mantuvo con este diario, agregó que “el hecho de ser ‘sparring’ en el torneo de Maestros en Londres me revitalizó y fue como una inyección de energía positiva la posibilidad de entrenar con grandes figuras del tenis mundial como es el caso de Federer, Nadal, Zagreb entre otros. Quizá para ellos se trató de un simple práctica, pero en mi caso saqué mucho provecho de cada minuto y de cada pelota que jugué frente a esos verdaderos monstruo del tenis”.
Claro que en estas últimas semanas de enorme felicidad también se entremezcló con una tristeza sin igual como consecuencia de la muerte de su abuela paterna, Graciela. “Me acuerdo que iba a disputar la segunda ronda de la Copa Yucatán -sigue diciendo Tirante-, cuando a las seis y media de la mañana me sonó el celular. Era mi mamá para decirme que mi abuela había fallecido. No lo podía creer, aunque sabía que ella se encontraba enferma, pero todo se desencadenó muy rápido. Estaba solo con un profundo dolor y una tristeza enorme. Tuve charla por teléfono con mi psicólogo Claudio Sosa y decidí continuar jugando, mientras que me propuse ganar el torneo para dedicárselo a mi abuela, que ahora me cuida desde el cielo. Y así fue me pude coronar campeón”.
Thiago cuenta que en esta última etapa aprendió a jugar bajo presión al referirse que “me tocó enfrentar a jugadores más chicos que yo, pero eso me generó una presión extra dentro de la cancha, ya que yo siempre partía como favorito; aunque terminó siendo una enseñanza muy productiva para el futuro”.
De ahora en más todo dependerá de Thiago, que se encargó de dar vuelta una pagina para comenzar a escribir otra ya en el terreno del campo rentado.
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