Uno de los denunciantes de Lorenzo pide investigar encubrimientos

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Julián Bartoli, uno de los platenses que denunció haber sido abusado sexualmente en su adolescencia por el cura Eduardo Lorenzo, aseguró ayer que, si bien hubiera querido que el sacerdote fuera enjuiciado, al suicidarse “esa basura ya no podrá tocar nunca más a un chico”, y advirtió que seguirá adelante con la causa penal hasta que se investigue el encubrimiento por parte de las altas jerarquías eclesiásticas de La Plata.

“Yo me siento bien, es una victoria, al haberse matado esa basura (Eduardo Lorenzo) nos garantiza que nunca más va a tocar a un chico y que la Iglesia no va a poder seguir encubriéndolo”, afirmó Bártoli en un video que subió a You Tube.

Bartoli (32) es uno de los cinco hombres que denunció ante la justicia haber sido abusado por Lorenzo en su adolescencia, cuando participaba de las actividades parroquiales en la iglesia Inmaculada Madre de Dios, de la localidad platense de Gonnet donde el sacerdote se desempeñaba.

“La justicia no entiende los tiempos de las víctimas, no está preparada para trabajar con víctimas de abuso y es difícil la consecución de justicia”, puntualizó, y remarcó que “si bien me hubiera gustado que Lorenzo siguiera vivo y tuviera justicia, no sé si esta justicia hubiera llegado”.

Julián dijo que lo pone “contento que se haya matado, una persona así jamás debería haber existido en la Tierra, donde lo único que hizo fue arruinar la vida a mucha gente”.

“Mi sentencia me la dictó Lorenzo hace 20 años”, graficó Bartoli en alusión a la edad en la que fue abusado sexualmente por Lorenzo. Y yo pude salir, pero hay compañeros que aún arrastran secuelas de los abusos sufridos por parte de sacerdotes y monjas”.

La víctima aseguró que “este proceso (de denunciar en la justicia y públicamente su caso) fue de mucha sanación”.

Tras agradecer a su familia, sus amigos y a la Red de sobrevivientes de Abuso Eclesiástico, se dirigió a las víctimas de abuso y les aconsejó que “no tengan miedo, hay gente preparada para ayudarlos, la vergüenza está en el otro lado: del lado del abusador”.

 

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