En la rotonda de La Cumbre el tránsito es tan peligroso que da miedo cruzar la calle

Es donde confluyen las avenidas 32, 31 y diagonal 73. Por el incensante paso vehicular, dicen, casi no se puede caminar en el barrio

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Acceso al casco céntrico muy transitado, con la rotonda como ordenador de la confluencia de las avenidas 32, 31 y diagonal 73, ahí resulta imposible cruzar la calle, vaya hacia donde vaya el peatón. Las quejas, en esta oportunidad, llegan de un grupo de jubiladas, vecinas de la zona, quienes frente al límite para andar por el barrio que le impone la velocidad de los autos presentó hace tiempo un pedido -vía expediente- en el Municipio. Las mujeres buscan que se instalen semáforos en el lugar; de otro modo, aseguran, casi como que no pueden caminar por los alrededores de sus hogares.

Es el corazón de La Cumbre, barrio populoso de la localidad de San Carlos donde conviven numerosas familias y varios comercios de diferentes rubros. La rotonda de ese ángulo de la Circunvalación sirve de distribuidor del tránsito en un sector de intenso paso vial, tanto para la entrada como para la salida del casco urbano.

Una decena de vecinas solicitó a Electromecánica comunal ordenadores lumínicos en alguna de las calles que convergen ahí. “Nos dijeron que el expediente está aprobado pero a la espera de presupuesto para que realicen la instalación”, contó Nélida Tocho.

La zona tiene un intenso movimiento no sólo vehicular sino también peatonal. Es que, además de las viviendas familiares y los negocios, hay una escuela primaria (la Nº 56, en diagonal 73 y 28), un club de jubilados (en la parroquia San Mateo, de 32 entre 29 y 30), y un centro de fomento (ahí mismo, bordeando la rotonda, en 32 y 31). Todas las actividades de esas sedes implican un ir y venir cotidiano de niños y adultos mayores que están obligados a cruzar el espacio verde, lo que significa desafiar por lo menos dos avenidas de circulación rápida.

Las mujeres del barrio se mostraron desesperadas ante este diario. Todas jubiladas, algunas ayudadas por un bastón para sentirse más seguras al caminar, no faltó quien señalara que le da ”pánico” salir de su casa y enfrentarse al cruce de las calles que la rodean. “Tanto miedo me da que quedo con una amiga vecina para que hagamos juntas los mandados”, confió Luisa Torre.

Muchas de las vecinas suelen reunirse en el centro de jubilados del barrio, dos, tres veces por semana. Para eso tienen que caminar, según donde viva cada una, mínimo, un par de cuadras. Como el momento de esos encuentros coincide con uno de los horarios pico del día (entre las cinco y las seis de la tarde, cuando, por caso, salen de la escuela los chicos de la zona) algunas de ellas, para evitar cruzar por la rotonda, camina varios metros de más antes de llegar a la parroquia.

Más de dos años de espera

El expediente -remarcó Tocho- se presentó en el Municipio en febrero de 2017. Desde entonces las vecinas esperan que se coloquen los semáforos. Según lo que ellas mismas averiguaron, un ordenador en medio de la circulación de una rotonda no sería muy posible de implementar. “Pero sí pueden poner semáforos en la 531, por ejemplo, en el cruce con el bulevar 82 y eso ya aliviaría mucho la cantidad de autos que pasan por acá”, indicó la mujer.

Otra vecina, Alejandra Maciel, quien planteó una situación de sumo peligro (“salimos de casa y no sabemos si vamos a volver”, dijo), propuso alternativas a los semáforos, como lomos de burro o, incluso, la presencia de agentes de Control Ciudadano que organicen el tránsito en esa zona y liberen de a ratos la calzada de vehículos para que de esa manera se pueda cruzar la calle.

 

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