Obras, pero integradas a un plan de desarrollo

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Mario Cafiero - Ingeniero

La fundamentada nota del Arzobispo VíctorFernández sobre la parálisis del puerto La Plata abre un debate muy necesario para la Región. ¿Cuál es la razón por la que a pesar de las cuantiosas inversiones privadas y públicas ya realizadas nos resignemos a tener un puerto fantasma? El Gran La Plata es la sexta ciudad del país con más desocupados (más de 80.000) y tenemos más de 300.000 pobres. En este dramático contexto social podemos decir que es un verdadero crimen que una fuente genuina de trabajo no pueda ponerse en marcha. Este crimen viene cometiéndose desde hace mucho tiempo. Desde que los intereses hegemónicos del centralismo porteño han marcado los destinos del país.

Soy testigo de parte de esta historia, porque desde hace 30 años soy platense por adopción y como Secretario General durante la gobernación de mi padre Antonio Cafiero, me involucré en trabajar por la Región Capital. En el Plan Trienal de Gobierno 1988-1991 se dieron los primeros pasos de grandes obras que necesitaba la capital bonaerense: se provincializó el puerto, se creó la zona franca, el polo tecnológico y el polígono industrial de Berisso, se planificaron las obras del estadio, del Teatro Argentino, la autopista y la ruta 6, entre otras.

La pregunta que tenemos que hacernos es si esas obras -que significaron crecimiento en infraestructura económica- también significaron desarrollo productivo y progreso social para la Región. Las grandes obras son instrumentos, son medios, pero no fines en sí mismos. Para ello deben estar integradas en una idea o Modelo de Desarrollo Local Regional que permita a la ciudadanía, a los empresarios y a los trabajadores beneficiarse y apalancar su desarrollo e integración.

Podemos tener el tren y la autopista, pero ser una ciudad dormitorio. Podemos tener puerto y zona franca, pero sin que se genere valor agregado local. Podemos tener una de las mejores Universidades del país, pero debemos mejorar la transferencia al sector productivo de innovación tecnológica. Podemos tener el Astillero, pero hay que dotarlo de inversiones para su competitividad. Podemos tener el Teatro y la Catedral, pero también dar impulso a la actividad cultural popular y urbana. Podemos tener uno de los cordones frutihortícolas más grandes del país, pero necesitamos alimentos más sanos y condiciones de trabajo dignas. Pueden venir los grandes shoppings, pero nosotros necesitamos que trabaje el productor local.

En definitiva,hacen falta ámbitos de participación y planificación regional. Hay que escuchar las demandas de la comunidad, de los empresarios y trabajadores locales. Hace falta deliberar y pensar nuestro futuro. Pensar cómo hacemos para que la riqueza que generamos todos los días con inversión y trabajo, no se vaya para afuera. El Estado y el Mercado tienen un rol importante, pero el jugador decisivo es una comunidad que se reconoce como tal y se organiza para alcanzar un mejor porvenir.

 

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