Leo, es demasiado
Edición Impresa | 24 de Febrero de 2019 | 03:50

Por NICOLÁS NARDINI
Messi genera que lo extraordinario forme parte del paisaje cotidiano. Eso produce quien es, quizás, el mejor deportista argentino de todos los tiempos junto con Ginóbili, aunque esto dicho al pasar para no agitar discusiones estériles que no conducirían a ningún lugar.
Tras una nueva exhibición ante el Sevilla, a quien ya le hizo 36 goles en su carrera y contra quien regaló 16 asistencias, el mejor jugador del mundo -aquí sí, quien suscribe, no dejará lugar para la discusión, por arbitrario que suene- alcanzó los 50 hat-trick (tripletes, para aquellos que se aferran a los términos futboleros pre-globalización) en su carrera profesional. Es un escándalo si a ello sumamos que no es exclusivamente un goleador, pues también asombra por su virtud para dejar compañeros en posiciones inmejorables de cara a las porterías contrarias -recuerden el sublime pase-gol a Suárez ayer en el Sánchez Pizjuán- o para gambetear e incluso, también, para recuperar la pelota cuando el equipo necesita de su solidaridad.
Todo ello sin contar los intangibles, aquellos aspectos del juego que no se apuntan en los casilleros tradicionales de las estadísticas, como su capacidad para aglutinar marcas y producir espacios para sus compañeros. En este apartado, también deberá apuntarse el temor que genera en sus adversarios. Sus oponentes saben que, ante Messi, un descuido cuesta un gol, un cruce tardío una tarjeta y un error general en la planificación táctica para detenerlo, de seguro, desembocará en 90 minutos de sufrimiento. Entonces, el desgaste psíquico inherente al solo hecho de tener como rival al astro rosarino es una carga insoportable para sus oponentes.
Pero todo tiene un final, todo termina. Los futboleros tendrán que empezar a prepararse para saber que no es eterna la vida, como canta Vox Dei. Tampoco la vida dentro del campo para el mejor del mundo. En la semana, el titular “culé”, Josep Bartomeu, dijo que ya están preparándose “para un Barcelona sin Messi”. Llegará el momento en que no será lo mismo asistir al Camp Nou o sentarse frente a la TV. Y ahí, sólo ahí, el mundo del fútbol tomará real dimensión de que lo realizado por el 10 formaba parte de una obra inconmensurable. Quizás, irrepetible. Mientras tanto, a disfrutar, que aún le queda hilo en el carretel.
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