Árboles platenses en terapia intensiva, sin atención y a merced de los vientos

Sin plan de gestión, el arbolado urbano llegó a un nivel de deterioro gravísimo, dicen los especialistas. El último censo se realizó hace más de una década. No existe la reforestación planificada. Mutilaciones en lugar de podas

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Por: CARLOS ALTAVISTA
 

caltavista@eldia.com

Las tormentas severas que llegaron a la Región en las maletas de los nuevos veranos (casi) subtropicales sembraron cierta desconfianza en muchos vecinos hacia el inocente de esta película: el árbol.

La caída de unos 500 árboles y grandes ramas durante el violento evento climático del 1º de marzo dejó al menos una vivienda y varios autos averiados. Ahora bien, si una ráfaga de viento descendente de 100 Km/h impacta sobre un ejemplar sano, poco y nada se puede hacer. ¿Pero qué ocurre con la “multitud” de especies secas, ahuecadas o con problemas de raíz que desde hace años siguen en las veredas, plazas y parques junto a los juegos infantiles y a quienes disfrutan de una tarde a pura charla y mate?

Tras la tormenta, los ingenieros agrónomos Alfredo Benassi y Pablo Frangi y el ingeniero forestal Alberto Cortinez recorrieron varios paseos públicos de la Ciudad y fotografiaron numerosos árboles que no deberían estar allí. “El arbolado urbano requiere de una gestión cotidiana, pero lamentablemente no hay una política al respecto. El estado del patrimonio verde platense es gravísimo. Como es inexplicable que se haya llegado a un nivel de deterioro tan profundo”, subrayaron los profesionales, docentes e investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales.

Frangi resaltó que “la falta de conocimiento, de planificación y de gestión llevó a que no se necesite una gran tormenta para que un árbol seco o enfermo se convierta en un riesgo. De hecho, hay caídas que no son noticia porque se trata de casos puntuales, en días de sol y, por suerte, sin daños a las personas”.

Quitar y plantar

Benassi hizo fuerte hincapié en la necesidad de empezar por lo más básico. “¿Cuántos árboles hay en la Ciudad y en qué estado se encuentran? No se sabe. Nosotros salimos un fin de semana y detectamos decenas de ejemplares riesgosos solamente en algunas plazas y parques del casco urbano. Antes que nada, en forma urgente se tiene que realizar un inventario. Sin ello, no se puede empezar a caminar”, graficó.

Y, por supuesto, realzó: “De más está decir que no se trata de quitar lo que hay que quitar y ya. Debe haber un plan de reforestación, lo cual no implica plantar cualquier árbol en cualquier lado. Hay especies que no son adecuadas para todos los espacios. Eso debe planificarse”.

Pero la cuestión es que no hay inventario, ni control, ni plan de forestación, ni podas como Dios manda.

“No se hacen podas, se hacen mutilaciones. Y un árbol podado en una época del año que no corresponde y además de mala forma, se convierte en un ejemplar de riesgo a futuro. La manera en que se poda es un ataque más al ya abandonado y deteriorado arbolado urbano”, puntualizaron.

¿Qué provoca una mala poda? “Por un lado, el ingreso de agentes dañinos por una mala cicatrización de las ramas más grandes, los cuales luego provocan que el árbol enferme y se ahueque. Por otro lado, el crecimiento de nuevas ramas con débil inserción y, por lo tanto, de fácil rotura”, describió Frangi.

Para encarar el primer paso -un censo exhaustivo- hoy en día “hay instrumental muy simple y preciso”, apuntó Benassi, para remitir al trabajo que hicieron “junto con un colega uruguayo que trajo un aparato para estudiar el álamo de la Casa Curutchet. Fácilmente se puede ver el estado del tronco, las raíces y las ramas”, comentó.

“No es algo decorativo”

Los académicos explicaron que “el arbolado, como toda infraestructura urbana, requiere de manejo y mantenimiento. Un juego infantil es una infraestructura que nadie cuestionaría en el equipamiento de una plaza. ¿Pero si ese juego no se mantiene, se rompe y se convierte en un riesgo para los niños? Eso no significa que los juegos sean malos o que haya que sacarlos, simplemente que hace falta gestión para su mantenimiento y su uso seguro. Lo mismo sucede con el arbolado y con cualquier otro equipamiento urbano”. Tan claro como que hay árboles secos y ahuecados en muchas plazas del casco urbano, precisamente al lado de juegos infantiles, o bien en sitios de paseo, de estar o destinados a ferias.

Lo más triste del caso es que el arbolado es un patrimonio fundacional de la Ciudad. “La Plata, entre otras cosas, es reconocida por su frondosa arboleda. Casi no hay visitante que no quede deslumbrado por sus tilos, jacarandaes, fresnos, tipas y plátanos, entre otras muchas especies”, dijeron los docentes e investigadores.

Luego resaltaron que “los árboles nos brindan calidad de vida, pero lastimosamente eso no se valora. Pareciera que ‘lo verde’ se reduce solamente a algo ‘lindo o decorativo’. Sin embargo, la vegetación urbana es mucho más que eso. Nos brinda a diario numerosos servicios ambientales, cuyos beneficios son objeto de reconocimiento, estudio y manejo a nivel mundial”, destacaron, para enumerar: “El verde urbano aporta sombra, cobijo a la biodiversidad, reduce el gasto energético en las ciudades por el sombreado de calles y edificios, retrasa el deterioro del asfalto, contribuye a reducir los contaminantes atmosféricos y las partículas en suspensión, absorbe dióxido de carbono, incrementa el valor inmobiliario, suaviza los vientos por efecto de la rugosidad superficial, retiene parte del agua de lluvia, reduce la erosión, genera atractivo turístico”. ¿Algo más para dejar la desidia a un lado de una buena vez?

Frangi y Benassi hicieron notar también que la no intervención del Estado municipal dispara acciones individuales de los vecinos, ya sea podando o plantando. “Si se deja una cazuela mucho tiempo vacía, como ocurre todo el tiempo en infinitos sitios, hay personas que deciden plantar por su cuenta. Y quizás ponen en la calle un árbol que estuvo mucho tiempo en una maceta, por lo que sus raíces nunca prenderán en la cazuela”, comentó Frangi. “También es común que planten una hiedra para que crezca sobre el árbol. Eso lo ahoga y lo mata lentamente”, añadió Benassi.

A nivel mundial, las tendencias en urbanización incorporan el elemento verde a la infraestructura. ¿Qué pasa entonces en nuestra ciudad para que su patrimonio forestal, concebido de ese modo hace más de 130 años, presente semejante grado de deterioro?

 

 

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