Que sea una fiesta

Este diario juntó a hinchas de Lobo y el León con un mensaje alentador en la previa del Clásico 160: es posible relacionarse con respeto y tolerancia al margen de los colores que cada uno ame. Cuidemos el máximo evento

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Desde los medios es moneda corriente hablar de la buena convivencia entre los hinchas en cada clásico, sea platense, o cualquier otro. Rivales sí, enemigos no, una frase repetida en cada estadio cuando chocan dos equipos de una misma ciudad o barrio. Desde este medio quisimos ir un poco más allá y decidimos convocar a hinchas de Estudiantes y Gimnasia.

La reunión fue el miércoles en el estadio Ciudad de La Plata. No se conocían entre sí y llegaron todos prácticamente a la misma hora en la misma puerta de ingreso. En su mayoría lo hicieron con las camisetas de sus equipos puestas. Algunos se saludaron, otros sonrieron y unos pocos fueron indiferentes con el otro. Ninguno le faltó el respeto al otro.

La convocatoria tuvo hinchas de todas las edades, sexos y clases sociales. La idea era juntar en un mismo lugar a simpatizantes de cada vereda para comprobar que es posible vivir con el rival sin agredir. De hecho, claro está, todos los días convivimos en nuestras familias, trabajos y grupos de amigos. ¿Tan difícil es imaginar un clásico en paz adentro y afuera de la cancha? Ojalá este sea el primer capítulo en un libro que tenga historias más dulces que amargas.

Los primeros en llegar fueron Osvaldo y Juliana, padre e hija. Hinchas de Estudiantes. En simultáneo, por el portón de la avenida 25 y 526 lo hicieron Pedro y Paola Morales, de Gimnasia. Paola comparte la pasión con su padre, Pedro, cada vez que Gimnasia juega de local en la cabecera del Bosque. Por su parte esta la familia Canata siempre fiel y unida junto al Lobo;

Desde Altos de San Lorenzo llegaron, en motos, Brian, Facundo y Elvio. Son parte de la agrupación del barrio y también de la denominada barra Los Leales. “Si hay respeto está todo bien”, avisó uno de ellos.

También arribaron en motos Federico Tunessi y Pablo Scaroni, fanas del Lobo. El primero de ellos, además, es el hermano del médico del plantel. Fede Rocha con su hijo Bautista que heredó la pasión familiar Tripera de los Rocha, junto al Negro Martínez, con quien comparte largas charlas en los jardines del Bosque los días de partido. Llevaron banderas y gorros. Y hasta un perro con la camiseta albiazul

Del colectivo se bajaron dos amigas que peinan canas: Luján Herguilor y María Elena Rossi. Son de Ensenada y no se pierden un partido del Pincha en La Plata, Quilmes o Arsenal. Viajan, a pesar de su edad, en los micros de las filiales. Jorge Celestre y su esposa María Lucía fueron de inmediato a su encuentro.

Camisetas Pinchas y Triperas mezcladas caminan por el lugar. Los hinchas se sacan selfies, el hielo ya se rompió en el saludo inicial y al darse cuenta que tienen amigos en común (“acá nos conocemos todos”, dicen), y ya un rato más tarde a la hora de la despedida hay cordiales saludos y todo el mundo se va en paz. Como debe ser.

De la banda del Pincha completaron Fabián y Violeta Garmendia, Oriana Villoria, Flavia, Facundo y Camila Kubic, junto con Fernando Cheme y Mariela Alfano.

Sobre el final dijo presente Juan Manuel Cancio, ex integrante del Tribunal de Disciplina de Estudiantes. Pero no quiso participar de la foto. Le dejó el lugar a su hijo, Pedro, de 20 años y el mismo fanatismo que su padre. Ya luego de la sesión fotográfica se sumó Hugo López Gastessi, otro fanático del León.

Foto va, foto viene, los hinchas se comportaron de primera dentro del estadio, el que esta tarde será la sede del partido más importante para la ciudad de La Plata.

 

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