Partes de la Misa
Edición Impresa | 17 de Marzo de 2019 | 09:32

Por DR. JOSE LUIS KAUFMANN (*)
Queridos hermanos y hermanas.
Si bien la celebración de la Misa es una unidad pueden distinguirse al menos cuatro partes fundamentales, que son los ritos iniciales, la liturgia de la Palabra, la Liturgia de la Eucaristía y los ritos conclusivos. Cada una de esas partes, a su vez está integrada por otros componentes.
Así como el cuerpo humano es una unidad, pero en él se distinguen partes esenciales y dentro de ellas diversos aspectos que también tiene su importancia. Todas sus partes hacen del cuerpo humano una maravilla, que en sí misma es una alabanza a su Señor y Creador. Por ejemplo las partes del corazón son: vena cava superior, vena cava inferior, aurícula derecha, válvula tricúspide, ventrículo derecho, arteria pulmonar, venas pulmonares, aurícula izquierda, válvula mitral, ventrículo izquierdo y arteria aorta. Cada parte tiene funciones de singular importancia, de modo que no podrían omitirse sin que se pierda la vida. De modo semejante podemos distinguir aspectos de la unidad de la Misa, que es un todo.
La primera parte, llamada de ritos iniciales, está integrada por el canto que acompaña la procesión de entrada de los ministros, el saludo al altar y a la asamblea, el rito penitencial, la preces iniciales (Señor, ten piedad y Gloria a Dios), y la oración presidencial. Este rito tiene como finalidad constituir la asamblea, a fin de que pueda recibir la Palabra de Dios en espíritu de oración y con la debida disponibilidad para la conversión personal, condición para llegar al rito sacramental. La unidad de los miembros de la asamblea debería ir creciendo a lo largo de toda la celebración, hasta culminar en la Comunión de todos en el Cuerpo y Sangre de Jesús. La asamblea bien constituida es el signo fundamental de la presencia de Jesús. De ahí la importancia de que todos los que participan de la Misa se encuentren en el lugar sagrado un tiempo antes de su inicio.
La primera parte de la Misa, llamada de ritos iniciales, está integrada por el canto que acompaña a la procesión de entrada de los ministros, el saludo al altar y a la asamblea
Sigue la Liturgia de la Palabra, en que la Palabra de Dios proclamada no sólo instruye a la asamblea y revela el misterio de la Salvación que se realiza a través de la historia, sino que hace al Señor realmente presente en medio de su Pueblo. Ante esta manifestación de Dios, el Pueblo creyente responde al Señor con cantos y oraciones, y habla a Dios con las mismas palabras y sentimientos que Él ha inspirado. Se trata de un diálogo o conversación entre Dios que habla y el Pueblo que escucha, responde y acepta su manifestación.
La tercera parte es la Liturgia de la Eucaristía, que con la Liturgia de la Palabra constituye un solo acto de culto. El relato bíblico de la Cena es muy breve y conciso: Jesús tomó el pan, pronunció la bendición y lo partió para distribuirlo. La Tradición de la Iglesia, al querer cumplir el mandato de Jesús: “hagan esto en memoria mía”, concretó estos tres gestos del Señor en otros tantos ritos. Y así, al celebrar esta parte tenemos: la preparación del pan y del vino, la proclamación de la Plegaria Eucarística y la Comunión.
Finalmente, los ritos conclusivos. El sacerdote pronuncia una oración y, según los tiempos litúrgicos o las fiestas y solemnidades, hace una oración sobre la asamblea, impartiendo la bendición de Dios sobre todos. Enseguida despide a los presentes y los invita a mantener la unidad entre culto y vida, de modo que lo celebrado se proyecte en la vida diaria. El sacerdote venera el altar y comienza la procesión de salida.
Cada celebración de la Misa actualiza el Misterio Pascual de Jesús para nuestra Salvación. ¡Dios sea bendito, ahora y siempre. Amén!
(*) Monseñor
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