El día en que el gol madrugó en el Bosque

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Por EDUARDO TUCCI

deportes@eldia.com

En cinco segundos pasó a la historia. Un apellido difícil, un segundo nombre inédito y una fugaz campaña en el fútbol de primera división para el hombre que vistiendo la camiseta de Gimnasia fue el autor (ayer hace justo cuarenta años, el 18 de marzo de 1979), de un gol que pasó a la historia.

“Tocámela que pateo”, le dijo Carlos Dantón Seppaquercia a Antonio García Ameijenda aquella tarde de marzo en la cancha del Bosque cuando el árbitro de Gimnasia-Huracán se aprestaba a pitar para iniciar las acciones. El arquero del Globo –Jesús Borzi—estaba distraído marcando las líneas de cal en su área, algo común para los goleros, y el nueve del Lobo, que habitualmente era el encargado de mover la pelota esta vez pidió que se la tocaran.

Ni bien la recibió Seppaquercia le pegó de una. Fuerte y bombeado. Lo dejó a Borzi desairado, retrocediendo, estirándose aparatosamente mientras la pelota mansa después de besar el travesaño terminaba en la red. Habían pasado sólo cinco segundos para que se concretara el gol más rápido de todos los tiempos del fútbol argentino. Después vendría el empate de Babington con un penal que dejó a Gimnasia con sabor a poco, en materia de resultados. No fue un buen año para el equipo tripero que ya estaba en una situación delicada en la tabla y terminó perdiendo la categoría junto a Chacarita y Atlanta.

Aquella jugada quedó entre los hitos destacados del fútbol nacional y logró que los escasos 16 partidos que jugó en Gimnasia significara para Seppaquercia quedar en la memoria del pueblo mens sana. Llegó de River que lo había comprado atraído por la prometedora cantidad de goles logrados en el ascenso jugando para Flandria. En Núñez no apareció aquella furia goleadora, duró muy poco y en el Bosque lo recibieron soñando con volver a tener la contundencia del Tanque Rojas o del Gringo Onnis, artilleros de épocas doradas.

De pocas palabras, la tarde del gol supersónico, el delantero no tuvo mucho tiempo para hablar de su hazaña en los vestuarios, porque andaba de a pié y “se me va el micro a Luján”, su ciudad. Al otro día el país hablaba de él y todavía el ex jugador mens sana conserva el recorte con un título que lo dice todo “El Lobo empató con récord mundial”.

Seppaquercia, después de haber compartido equipo en River con Fillol, Passarrella, Luque y el Beto Alonso entre otros, alcanzó la cúspide de su carrera con aquel remate tempranero y se retiró en Sportivo Italiano con 31 años y 145 goles, la mayoría de ellos conquistados en el fútbol de ascenso. De aquella avivada fulminante, del que no se conocen registros fílmicos, quedaron el recuerdo y los lamentos de todos los que se perdieron de verlo porque recién estaban sacando su entrada en la cancha de 60 y 118.

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