Y todo el año es Carnaval

Por fin, Gimnasia se ayudó a sí mismo. Le ganó bien a Independiente y asomó la cabeza en la tabla de promedios al quedar 6 puntos fuera de la zona de descenso con 12 por jugar. Tranquilidad y desahogo en la previa de un nuevo clásico platense que no gana hace 9 años.

La verdad, tuvo sabor a poco. Gimnasia hizo casi todo bien y mereció ganarle a Independiente por una mayor diferencia que ese 1 a 0 gracias a la buena definición de Lorenzo Faravelli desde la puerta del área. Quizá, fue el partido más completo de la temporada porque superó al rival en todos los sectores y le generó no menos de una decena de ocasiones concretas de gol. Darío Ortíz logró un equipo sólido en defensa y picante en ataque gracias al desequilibrio del venezolano Jesús Vargas, a la entrega 100% de Maximiliano Comba y a la potencia de a Jan Hurtado. El Lobo maniató al Diablo, lo superó tácticamente -para Holan fue indescifrable ese 4-1-4-1 con Comba moviéndose por adentro- y mostró carácter. La personalidad que espera Darío Ortíz de su equipo.

Hubo más: Facundo Oreja todavía sirve y lo demostró controlando a ese muy buen jugador llamado Cecilio Domínguez. Defensivamente Gimnasia jugó bien, más allá de que cerca de la media hora del complemento los cambios retrasaron al equipo en el campo y el riesgo de una pelota quieta o un rebote siempre está latente. El paraguayo Ayala aportó su pegada, peligrosísima en la primera mitad y Faravelli no es crack, no será un volante inolvidable, pero en este momento de Gimnasia su salida a mitad de año se va a sentir. Un jugador dúctil, inteligente y que se lleva bien con el arco, cuyo destino estará fuera de Gimnasia en la segunda parte del año.

Ahora bien, ojo con repetir errores. "Ya está", "apareció el equipo", "un par de refuerzos baratos y nos arreglamos", "el objetivo es entrar a una Copa". Nada de eso. Que buenos resultados no cambien a última hora lo que las últimas campañas demuestran, que hay que invertir para no descender, que hay ciclos cumplidos, que no hay imprescindibles. El fútbol argentino ve al Gimnasia 2019/2020 como al Tigre actual. No lo es, la diferencia de puntos es otra, pero siguiendo la política de desinversión y el mínimo aporte desde la cantera, la película va a terminar mal o pendiente de un milagro. Y la cuota se gastó en 2009.

La victoria ante Independiente le quitó una mochila de encima al equipo. Pendiente de la tele, todo Gimnasia había visto perder a San Martín de Tucumán y sumar apenas de a uno a los sanjuaninos y a Belgrano. Pero la victoria de Patronato sobre Huracán puso a Gimnasia a tres del descenso y a dos de los entrerrianos, por eso la valoración de este triunfo. tenía que ganar. Ganó. Y encima jugó uno de los mejores partidos de la temporada, el mejor en esta Superliga. No es poco. Y quita presiones (si es que se puede)  para esa presión permanente que es el clásico con Estudiantes, que no se gana de visitante desde hace 15 años y que no se gana "a secas" hace nueve, desde aquella tarde de Stracqualursi y Cuevas. Ganar el clásico no salva el año, pero asegura la permanencia en esta temporada y aportaría puntos valiosos para el año que viene. Para muchos jugadores sería "saldar" una deuda. Y  el Indio Ortíz, ganador en los ochenta y noventa, quiere festejar en su primer clásico desde el banco. 

Después de mucho tiempo, los hinchas se fueron con una sonrisa del Bosque y pidiendo/clamando/exigiendo el clásico. Los feriados de carnaval solo aumentarán la ansiedad. El domingo este equipo intentará escribir su propia historia con final feliz.

 

 

 

 

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