Impulsos solidarios que apuntan a los más desprotegidos
Edición Impresa | 1 de Abril de 2019 | 03:30

Dos entidades platenses dedicadas a brindar techo y ayuda a las personas desprotegidas –”Sumando Voluntades” y “Pies Calentitos”, a las que se añadieron y seguirán añadiendo otras- iniciaron ya una cruzada contra el frio del próximo invierno en la que pidieron donaciones de mantas, ropa de abrigo y calzado, en lo que volverá a corroborar, sin dudas, la abierta y generosa disposición de los pobladores de nuestra zona siempre dispuestos a ofrecer respuestas positivas a estas demandas.
Bien se conoce que la comunidad de nuestra región no sólo ha sabido hacerse cargo de este tipo de necesidades de las personas carentes de recursos, sino, también, de contención y compañía de los enfermos y muchas otras acciones relacionadas a la solidaridad, entre ellas la de dar respuestas rápidas a las catástrofes y otras emergencias sociales que demandan acciones efectivas para acudir en defensa de las víctimas.
En cuanto a la crítica situación económica y social, actuales colaboradores de la primera de las instituciones nombradas, a cargo de un parador nocturno para gente en situación de calle, señalaron días atrás que ya no cuentan con dinero para llevar adelante la obra y apelaron a la solidaridad de los platenses. En ese problemático contexto es que lanzaron ahora la cruzada en procura de asistir a gente en situación de calle, brindando comida, abrigo y albergue.
Desde la segunda de las entidades mencionadas se reseñó que el año pasado se recolectaron 1036 pares de calzados que fueron repartidos en diferentes lugares de la periferia platense y que este año se buscará incrementar esa donación, especialmente a favor de los chicos.
Siempre se ha puesto de relieve que nuestra región cuenta no sólo con un bien estructurado diagrama de instituciones del voluntariado, sino con la activa participación de miles de personas de toda edad –en especial de muchos jóvenes- dispuestos a sacrificar su tiempo, para dedicarlo al bien común y a las demandas de los más necesitados.
Bien puede hablarse aquí de dadores voluntarios de sangre, de estudiantes que reúnen dinero y recursos para ayudar a las escuelas más alejadas, de jóvenes que limpian plazas o playas, de alumnos que se ofrecen para pintar sus escuelas, de mujeres mayores que tejen ropa para donar o se ofrecen para leerles libros a los enfermos, entre otros múltiples y renovados ejemplos que se presentan día a día.
Se ha hablado, así, de la afortunada presencia en la Región de una suerte de maquinaria silenciosa que lucha contra el hambre y la enfermedad, que procura el bien común, que brinda consuelo y lleva dignidad a miles de personas de nuestra zona y de distintas partes del país, merced a una presencia constante y también gracias al no menos pertinaz esfuerzo de numerosas personas que prestan ayuda a los demás en forma generosa y desinteresada.
Sin perjuicio de reclamar que el Estado cumpla cabalmente con su cometido -tal como se lo hace desde aquí en forma habitual- estos ejemplos de solidaridad resultan alentadores, al confirmar que la población se muestra atenta a todas las expresiones de sufrimiento o de carencias materiales o espirituales y concurre prestamente en su auxilio. Más allá de aquellas omisiones o deserciones del Estado, merece resaltarse que la actitud de la gente es la de no bajar los brazos o limitarse a la protesta, sino hacerse cargo de las necesidades colectivas y poner manos a la obra para dar respuestas.
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