Llegó en silencio a Estudiantes y se va como ídolo indiscutido

Su primer encuentro con la camiseta albirroja fue el 27 de febrero del 2005 en un duelo ante Banfield jugado en el estadio Florencio Sola

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Rodrigo Braña es considerado un “hijo adoptivo” en Estudiantes porque, a pesar de no formarse en el club, logró convertirse en ídolo indiscutido gracias a todo lo que hizo dentro de la cancha. Llegó en el verano del 2005 sin hacer mucho ruido y rápidamente se ganó un lugar en el equipo hasta transformarse en un pilar fundamental del mediocampo.

Su primer encuentro con la camiseta albirroja fue el 25 de febrero de aquel año en un 0-0 ante Banfield en el Florencio Sola, estadio en el que podría disputar su último partido como profesional el viernes próximo por la Copa de la Superliga. En aquel momento el entrenador pincharrata era Reinaldo Carlos Merlos e hizo ingresar al Chapu a los 11 minutos del segundo tiempo en lugar de Rodolfo Aquino.

En su primera etapa en la institución, que va del 2005 al 2013, fue una pieza clave en los tres títulos obtenidos por Estudiantes: Torneo Apertura 2006, Copa Libertadores 2009 y Torneo Apertura 2010. Además estuvo cerca de la gloria en el Torneo Clausura 2008, la Copa Sudamericana 2008, el Mundial de Clubes 2009, la Recopa Sudamericana 2010 y el Torneo Clausura 2010.

No quedan dudas que es una de las caras de esta etapa dorada del club, que volvió a conseguir un título nacional después de 23 años y uno internacional después de 39. Junto a Sebastián Verón conformó uno de los mejores “doble cinco” del fútbol argentino y se convirtieron en el corazón del equipo: mientras el Chapu marcaba y metía, el actual presidente albirrojo se encargaba de construir el juego.

En cuanto a los goles que marcó Braña con la camiseta de Estudiantes, hasta el momento son nueve. El más recordado, sin dudas, fue el que le hizo desde mitad de cancha a Juan Aurich (Perú) por la fase de grupos de la Copa Libertadores 2010. En un contragolpe pasó el círculo central y, al ver adelantado al arquero, pateó sin dudarlo y la mandó a guardar. Un gol inolvidable.

 

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