El texto de la carta a sus hijos
Edición Impresa | 20 de Abril de 2019 | 02:48

“Cumplí la misión de conducir el aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos su fuerza social. Esa fue la misión de mi existencia, teniendo raíces en la sangre de ese movimiento. Por eso y por los contratiempos del poder, nuestros adversarios optaron por la estrategia de criminalizarme. Pero jamás encontraron nada y los derroté nuevamente, porque nunca encontrarán más que especulaciones y frustraciones.
“En estos tiempos de rumores y odios repetidos que las mayorías creen verdad, he visto cómo se utilizan los procedimientos para humillar, vejar y no para encontrar verdades. Por años me situé por sobre los insultos, me defendí y el homenaje de mis enemigos era argumentar que Alan García era suficientemente inteligente como para que ellos no pudieran probar sus calumnias.
“No hubo ni habrá cuentas, ni sobornos, ni riqueza. La historia tiene más valor que cualquier riqueza material. Nunca podrá haber precio suficiente para quebrar mi orgullo de aprista y de peruano. Otros se venden, yo no. Cumplido mi deber en mi política y en las obras hechas, no tengo por qué aceptar vejámenes. He visto a otros desfilar esposados guardando su miserable existencia, pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos. Por eso, le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones; a mis compañeros, una señal de orgullo. Y mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios, porque ya cumplí la misión que me impuse. Que Dios, al que voy con dignidad, proteja a los de buen corazón y a los más humildes”.
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