Nos siguen pegando abajo

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Por ALEJANDRO SCHUJMAN (*)

Nuestros chicos sufren la ausencia de todas las leyes que debieran protegerlos: la del Estado, y la de los padres. Estado ausente que no toma medidas como espectador de la autoflagelación de los adolescentes que piden límites a los gritos, al borde del coma alcohólico, en la cornisa. Padres amorosamente tibios que se resignan y dicen: “Qué voy a hacer, todos toman, todos fuman, son los tiempos que corren”

No podemos resignarnos. No debemos, se nos mueren pibes en el mientras tanto. A ver si entendemos, que nos están tirando el humo en la cara y nosotros nada.

Estoy llevando a cabo un ciclo de charlas en Neuquén, recorriendo colegios secundarios con un taller sobre proyecto de vida y prevención de consumo de drogas y alcohol. Y me conmueve profundamente el pedido de ayuda de los chicos. Me cuentan, me dicen que están en problemas. Que toman mucho más de lo que deberían , que fuman marihuana, que se sientes solos.

¿Tanto nos cuesta entender que nos precisan?

No toman ni se drogan porque les guste. No la pasan bien, solo se anestesian, frente a la soledad, a los miedos frente al crecer, y nosotros sólo miramos.

Los chicos toman para lograr rápidamente el efecto deseado, esto es emborracharse, perder prejuicios, soltar inhibiciones. En el menor tiempo posible, porque los chicos hoy no saben esperar. Y las vergüenzas, los miedos, los “no puedo” con el alcohol y con otras sustancias se diluyen rápidamente.

Y los padres lo saben, minimizan el consumo y sus riesgos.

Días atrás, una empresa, la más conocida de los micros que llevan a los chicos en la previa a las fiestas de egresados, me contactó por mis notas sobre este tema y me invitó a participar de un evento para ver cómo trabajan. Me cuentan -y es radiografía de época- que han perdido muchas fiestas porque los chicos quieren alcohol libre y ellos no lo dan, y los padres avalan.

Padres que se convierten en pares, una sola letra de diferencia, pero todo un abismo entre una figura y la otra.

Es mayo ahora, los preparativos para las fiestas de egresados están en marcha. Es el momento de tomar medidas.

Armemos redes saludables de adultos, los chicos se enojarán en primera instancia pero agradecerán con el tiempo. No podemos, no debemos, negociar con la salud de quienes más queremos.

Decir, sencillamente, no. No al alcohol en las fiestas de egresados. No al consumo de marihuana en jóvenes. No a que nuestros hijos coqueteen con la muerte con autorización firmada de los padres.

Simplemente, No.

 

(*) Psicólogo especializado en familias y adolescencia

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