Los rastros del alzamiento en Caracas

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Caracas

Héctor Pereira

EFE

Un grafiti en el este de Caracas contra el régimen de Nicolás Maduro recuerda, aún en su palidez, que hace un mes por esa misma calle caminaron decenas de miles de personas que apoyaron un efímero levantamiento militar liderado por el jefe del Parlamento, Juan Guaidó. Hoy, cuando sigue siendo Maduro quien despacha desde el palacio presidencial de Miraflores, el frenesí opositor de aquel 30 de abril parece haberse apagado y lo que fue un escenario de batalla durante 48 horas ahora solo muestra la normal concurrencia de vehículos en la principal autopista de la capital venezolana.

La jornada de hace un mes arrancó cuando Guaidó, reconocido como mandatario interino de Venezuela por más de 50 países, anunció en su cuenta de Twitter que había comenzado el “cese de la usurpación”.

Con semejante anuncio los venezolanos se acercaron al lugar del pronunciamiento de Guaidó -las adyacencias de la base aérea militar La Carlota-, y otros millones en el interior del país para seguir el desarrollo de los hechos a través de las redes sociales.

El puente en el que en ese entonces se atrincheraron Guaidó, el grupo de militares que lo respaldó y el opositor Leopoldo López, a quien liberaron del arresto domiciliario en que se encontraba, no luce ningún vestigio de lo que se consideró la mayor apuesta contra Maduro.

Es en el pasaje entre el puente-trinchera y la popular plaza Altamira, un sitio de frecuente manifestación antichavista, donde yacen la mayor cantidad de rastros de la asonada que desencadenó una cacería del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) contra quienes participaron en estos hechos.

Por un lado, los mensajes “no a la represión”, “hambre” y “fuera Maduro” quedaron grabados en ese periplo caraqueño.

Los efectos de aquella osadía son recordados cada semana por el TSJ que, con la ayuda del oficialismo, procesó a casi una veintena de diputados saltándose las prerrogativas legislativas bajo el argumento de que los señalados cometieron delitos en flagrancia.

Mientras tanto, quien lideró la rebelión sigue libre y recorriendo el país, y López, sobre quien pesa una condena de casi 14 años desde 2014, se mantiene bajo resguardo en la residencia del embajador español en Caracas.

Afuera de ese lugar se mantienen a toda hora una decena de efectivos del Servicio de Inteligencia (Sebin) que esperan recapturarlo en caso de que pretenda salir de allí.

Además, el combustible que significó el alzamiento para las protestas callejeras escasea hoy como la gasolina en el interior de Venezuela, y aunque a diario se registran manifestaciones los reclamos tienen que ver en su mayoría con la pobreza, la escasez generalizada, los apagones o la falta de agua potable.

Con todo, la promesa de un “inminente” fin de la llamada revolución bolivariana, en el poder desde 1999, es reiterada por Guaidó casi a diario, con la misma frecuencia con que desmiente cualquier posibilidad de negociación con el Gobierno que no involucre un giro de 180 grados.

 

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