Cuando la tropa tomó la decisión antes que el jefe

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José Picón

jpicon@eldia.com

Sergio Massa no parece tener vuelta atrás. Sea cual fuere el formato de integración a la lista que finalmente se adopte, terminará de transitar el camino de retorno a las coincidencias con el kirchnerismo.

No parece ser el lugar que el líder del Frente Renovador imaginó para sí mismo. Massa creyó tener una oportunidad de terciar en la disputa entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner, pero la dinámica de la política y sus reacomodamientos terminaron por frustrar aquella ilusión.

Su inminente acuerdo con el peronismo kirchnerista surge además como una imposición. Aún cuando Massa seguía coqueteando con mantenerse en la fenecida tercera vía de Alternativa Federal, parte de su tropa había iniciado su peregrinar hacia el campamento cristinista. El tigrense comenzaba a mostrarse como el comandante de un ejército en estado de rebelión, cuya abrumadora mayoría tenía resuelto abrazarse a la ex presidenta o a Alberto Fernández más allá de lo que su líder pudiera ordenar. El primero en emigrar había sido nada menos que el intendente de Tigre, Julio Zamora, una suerte de desacato en el corazón massista. Tras él iban en camino legisladores, concejales y dirigentes territoriales. La decisión de Massa apunta, más allá de fortalecer objetivamente al principal armado opositor al Gobierno, a evitar esa sangría interna y garantizar al mismo tiempo la supervivencia de su espacio.

Al acuerdo le restan algunas definiciones. Por caso, los lugares que el líder del Frente Renovador podrá pelear para sus dirigentes en las listas nacional y bonaerense. También está por verse el rol que jugará el propio Massa, que prefiere acordar y, al mismo tiempo, mantener cierta distancia del núcleo K. Por eso aspira a competir en las Paso contra la fórmula Fernández-Fernández, convencido de que, si bien la derrota es segura en ese interna, también lo es la posibilidad de plantear diferencias en un eventual futuro gobierno sin quedar absorbido por la aspiradora K. El kirchnerismo, en cambio, le exige que encabece la lista de diputados nacionales por la Provincia, una prueba de amor que Massa prefiere gambetear para preservarse. Y alimentar el sueño presidencial que deberá acunar cuatro años más.

 

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