Un tal Bruno

En su último trabajo, la cronista hace foco en el genio de Gelber y construye así una pieza lúcida y artesanal en torno a la figura del pianista argentino

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Con precisión de orfebre, la cronista Leila Guerriero cincela en “Opus Gelber” el perfil de uno de los pianistas más prestigiosos del mundo, con un texto que se despliega entre las experiencias únicas y extraordinarias de un genio musical como Bruno Gelber, cultor de una estética que a veces calla o altera hechos, sembrando dudas y misterios sobre su vida.

“Hay una frase de Leonardo Da Vinci que él dijo en una de esas entrevistas: ‘El artista tiene que ser un espejo que refleje la emoción’ -apunta Guerriero-. Y para mí era una forma muy lúcida y delicada de referirse al arte de la interpretación. Había una entrega casi monacal a su arte, por eso quise entrevistarlo”.

La periodista y escritora reproduce así climas, gestos y expresiones que revelan la personalidad del músico y hacen que el lector se transforme en un espectador curioso y ávido de la historia de Gelber, a quien visitó durante un año en su departamento del barrio porteño de Once, tapizado con fotos de su madre, de la actriz Laura Hidalgo y, sobre el piano, la imagen pequeña de un joven futbolista con quien compartió una historia de amor.

“Hay una pregunta que sobrevuela todo el libro y es acerca de la soledad -dice la autora-. Creo que llegué a lugares de intimidad genuina pero siempre me quedó la pregunta de cómo será en esas noches en las que estudia el piano mirando la televisión o hablando por teléfono con amigas, si todo ese buen humor y buen ánimo y ausencia de melancolía también impregnan los momentos en los que está solo”.

Guerriero entrevistó a asistentes, a su hermana Munina y a amigos como la duquesa de Orleans, Gino Bogani y Laura Reta. “El primer impulso de entrevistarlo surgió por artículos que había leído -cuenta la autora-, en los que Bruno se refería a la relación con el piano y a su arte de una manera que me pareció muy lírica, entregada y generosa. En esas notas hablaba mucho de sí, de la vida, de su madre, de cómo había empezado a estudiar, de la polio que lo había afectado de chico, y cuando veo cosas que me interesan tomo nota, recorto y voy guardando. Un día en 2017 lo llamé para entrevistarlo y él aceptó”.

Para darle forma al libro, la autora también asistió a clases de piano de alumnos, lo acompañó a cenas, conciertos y accedió a críticas y videos inéditos sobre el músico. “Me asombró descubrir que una persona dedicada a la música clásica pueda tener rasgos de una sencillez asombrosa -apunta-, una incorrección política fuerte, y también su falta de prejuicio. Cuando le pregunté si tenía mucho miedo de perder el toque o el don, me miró abriendo los ojos y me dijo ‘estás loca, uno pierde el don si se vuelve gagá’. Me pareció toda una declaración sobre el universo de Bruno”.

 

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