Otra muestra de un amor por la camiseta que es incondicional
Edición Impresa | 24 de Junio de 2019 | 04:06

La presentación de la Selección nacional en Porto Alegre significó una verdadera fiesta en la ciudad, porque fueron más de 20.000 los argentinos que viajaron para asegurarle al equipo albiceleste un respaldo popular que no había tenido en Salvador de Bahía, frente a Colombia, y en Belo Horizonte, cuando el rival fue Paraguay.
La distancia jugó un papel muy importante en este sentido, y lo que en principio era una sospecha, empezó a ganar forma a medida que la previa le dio paso al trascendental cruce por la última fecha del Grupo B, contra Qatar, cuando las camisetas y banderas albiceleste comenzaron a aparecer.
El objetivo de los más adelantados fue una visita a la concentración del equipo capitaneado por Lionel Messi, y después lograr la entrada que permitiera el ingreso al Arena do Gremio. Con escala en las inmediaciones del estadio, donde se vivió un clima comparable a la Copa del Mundo 2014.
Banderas celestes y blancas se agitaron sin parar, afuera y adentro, y las camisetas pintaron buena parte de una ciudad que al final quedó inundada también por hombres, mujeres y chicos, que en muchos casos vistieron también los colores de equipos argentinos, empezando por los “grandes”, aunque en el marco de una lista muy extensa, que fue más allá incluso de los clubes de Primera División.
También fue amplio el origen de esa multitud que respaldó al equipo nacional en el momento que más lo necesitaba, porque otro resultado que no fuera el triunfo significaba un golpe muy fuerte...
Desde Capital Federal y la provincia de Buenos Aires hubo una importante cantidad de seguidores, aunque desde las provincias argentinas más cercanas a Porto Alegre llegaron vehículos que se pudieron descubrir con facilidad por las patentes identificatorias.
Locales otra vez, fue la idea a transmitir. Como en 2014, el año que con motivo del Mundial, Argentina poco menos que se mudó a Brasil. Y en ese marco, aquel “Brasil, decime que se siente”, volvió a escucharse con fuerza, en las calles y sobre las tribunas de un estadio que explotó cuando el equipo entró a la cancha, se emocionó con las estrofas del Himno nacional y deliró con los goles de Lautaro Martínez y Sergio Agüero.
Increíble el amor incondicional de los hinchas para con el equipo, que al borde de la eliminación recibió una verdadera inyección de optimismo que en alguna medida les sirvió para alcanzar un triunfo que les permitió ingresar a cuartos de final, instancia en la que todos arrancarán de cero, con las mismas posibilidades.
El Maracaná de Río de Janeiro, contra Venezuela, el viernes, será el próximo desafío, y teniendo en cuenta los antecedentes, seguro Argentina volverá a ser local.
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