Cuando la Justicia decide la muerte o la vida del bebé de una embarazada

Ella quiere ser madre y su familia la apoya pero, por su condición, una jueza la obligó a abortar. El fallo fue apelado

Edición Impresa

El caso sacude al Reino Unido y en Argentina invita a una larga discusión, en medio de otras tantas que se vienen dando sobre la legalización o no del aborto en el país.

La protagonista de esta historia es una joven británica de 20 años, que cursa un embarazo de 22 semanas. Por una discapacidad, su edad mental se corresponda con la de una niña de entre 6 y 9 años. Por esta razón, una jueza le ordenó que se someta a un aborto, ya que entiende que no está en condiciones de ser madre y de darle a su hijo todo lo que necesita. El fallo va en contra de la voluntad de la mujer, que quiere ser madre, y de la de sus padres, que opinan lo mismo y están dispuestos a hacerse cargo del recién nacido y acompañar a la joven en todo lo que haga falta.

Fue tal la magnitud que cobró el caso y el debate que generó entre quienes están de acuerdo con el fallo de la jueza y aquellos que se oponen, que revolucionó a la justicia británica. Tanto, que cuando parecía que no había vuelta atrás y la joven iba a ser forzada a abortar, una apelación frenó la decisión y dejó todo en “stand by”.

Lo que no detuvo es el debate sobre el rol de la Justicia en estos casos y su capacidad de actuar al margen de la voluntad de las personas sobre las que se está fallando, en un tema tan delicado como es la vida o la muerte de un ser humano.

¿Es motivo suficiente una discapacidad intelectual para impedirle a una mujer ser madre? ¿Debe la Justicia tener el poder para tomar este tipo de decisiones? ¿Alguien puede medir cuán buena o mala madre puede ser una persona, aún en condiciones como estas? ¿Se puede “callar” la voz de una embarazada? ¿Cuenta o no cuenta el respaldo que pueden darle sus padres? ¿Es correcto evitar la llegada al mundo de una persona porque su madre es intelectualmente discapacitada?

Estos son sólo algunos de los interrogantes que se escuchan por estas horas en el Reino Unidos, varios de los cuales echaron por tierra el fallo que ordenaba el aborto. Fue la Corte Inglesa de Apelaciones, integrada por los jueces McCombe, King y Peter Jackson la que decidió revertir la orden de la jueza Nathalie Lieven, de la Corte de Protección, por entender que las circunstancias de este caso eran “únicas”.

“Esta es una decisión muy esperada que salvará la vida de un niño por nacer y a la madre de un aborto tardío así como gran estrés. Sin embargo, el horrendo fallo original nunca debió darse”, aseguró Clare McCarthy, una vocera de la plataforma provida Right To Life UK. Y agregó: “Estamos pidiendo al Departamento de Salud que revele con urgencia cuántas mujeres han sido forzadas a someterse a un aborto en el Reino Unido en los últimos diez años y que nos aseguren que esto no vuelva a suceder”.

La jueza, haciendo foco en la “discapacidad mental y el trastorno del estado de ánimo” de la embarazada, dijo ser “muy consciente del hecho de que cuando el Estado ordena a una mujer tener una terminación (aborto) y parece que ella no quiere, es una inmensa intromisión. Tengo que actuar en beneficio de sus intereses, no en los puntos de vista de la sociedad sobre la terminación”. También hizo foco en que no están claras las circunstancias en las que la joven quedó embarazada, por lo que también esto es materia de una investigación policial en curso.

La Corte de Protección (Court of Protection) maneja los casos que involucran a individuos que carecen de la capacidad mental para tomar decisiones por sí mismos. La mujer, que no puede ser identificada públicamente, está bajo el cuidado de un “fideicomiso hospitalario” del Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido. Su madre, en tanto, dejó claro a los médicos y a la corte que ella se haría cargo de su nieto. Asimismo, registró su oposición absoluta al aborto, citando su fe católica y la de su hija.

Por su parte, en una declaración emitida ayer, el Obispo Auxiliar de Westminster, Mons. John Sherrington alertó -en declaraciones que reproduce el portal Aciprensa- que “obligar a una mujer a someterse a un aborto contra su voluntad y la de su familia cercana infringe sus derechos humanos, así como el derecho de su niño por hacer a la vida en una familia que se ha comprometido a cuidar a este niño”.

El aborto sin restricciones es legal en el Reino Unido hasta las 24 semanas de gestación. A partir de allí, los médicos deben certificar que el aborto es en interés de la madre y evaluar las consecuencias que podría ocasionarle la intervención.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE