Delia Menutti de Villafañe Duffau

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Falleció, y se perdió con ella todo un estilo en el diseño de abrigos, quien sea, quizás, la última peletera que dio la Ciudad. A los 92 años, y todavía concentrada en su tarea cotidiana de mandar a cortar y coser tapados y sacones, murió Delia Menutti de Villafañe Duffau, quien deja el recuerdo de una mujer cálida y amorosa, de una enorme fortaleza, y muy decidida a la hora de encarar proyectos vitales.

“Choly”, como se la conocía, había nacido el 10 de diciembre de 1926 en La Boca. Creció en el seno de una familia modesta, de gustos y prácticas sencillos, pero con afán de progreso. Algo de ese espíritu emprendedor de sus padres impregnó a su carácter de confianza en sí misma.

Aquella calle Brandsen del barrio porteño donde transcurrieron sus primeros años se mantuvo viva por siempre en su memoria, aun cuando hacía décadas que había adoptado a La Plata como propia.

Su infancia y juventud no fueron fáciles. Huérfana de padre cuando era una niña, su madre rehizo la vida matrimonial con un maquinista naval que trabajaba en el Puerto de Ensenada y vino a vivir a la Región junto a sus hijas, “Choly” y Haydée. Pero al poco tiempo la pareja falleció y ella y su hermana quedaron entonces a cargo de una tía.

Dueña de una habilidad exquisita para la costura, inquieta y consciente de la necesidad de salir a trabajar frente a las nuevas circunstancias, se empleó, muy joven, como ayudante de peletería en la antigua casa “El león”.

Tanto creció en experiencia con el corte y la confección de pieles que, ya casada con Ernesto Villafañe Duffau y madre de María José y Ernesto Diego, se largó por su cuenta y montó un taller en el comedor de su pequeña casa de plaza España.

Con el apoyo incondicional de su marido, otro empecinado en el progreso familiar, adquirieron una casa, con local al frente, en 43 entre 10 y 11. Y ahí se inauguró, en los ´70, la peletería Villafañe Duffau, un comercio que supo amoldarse a las tendencias de cada tiempo y logró conquistar a una clientela tan variada como exigente. Eso fue así, incluso, hasta ahora, pues el local contaba con la infaltable presencia de “Choly” día tras día.

Gran compañera y compinche, sus cuatro nietos, María José, Lucas, Luciana y Franco, la hicieron la más feliz de las abuelas. Lo mismo sus dos bisnietas: Pilar y Catalina.

 

 

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